El Concejo vuelve a la carga para lograr controlar la población de palomas
Los concejales Tessandori y Schvartz reinstalaron en la agenda política el karma de la superpoblación de estas aves en el centro de la ciudad, y sus consecuencias nocivas, incluso para la salud. Empiezan a discutir propuestas.
La comisión de Ecología y Ambiente del Concejo comenzó a analizar un proyecto de ordenanza para crear el "Programa de Control de Palomas Urbanas" mediante el control de su natalidad y a través de la utilización de métodos "éticos y científicamente comprobados". De esta manera, los ediles vuelven a la carga para intentar resolver un problema de larga data en relación al incremento desmedido de estas aves cuyas excreciones dañan y ensucian desagües, propiedades y fachadas de edificios, llegando incluso a provocar problemas de salud entre los rosarinos.
Entre los considerandos del proyecto impulsado por los concejales Miguel Tessandori y Valeria Schvartz, de Volver a Rosario, se advierte que además de las consecuencias en la salud, el fenómeno tiene un impacto sobre el patrimonio arquitectónico de Rosario: "las heces de una paloma -puede llegar a los 15 kilos al año por ave- son altamente corrosivas y muchas contienen simientes que terminan brotando en las fachadas de edificios históricos y protegidos, provocando daños y afeando su aspecto", provocando así un perjuicio económico a la ciudad.
Antecedentes
En 2011, el exconcejal Jorge Boasso presentó un proyecto para crear el “Control de Palomas en Rosario” inspirado en lo realizado en la ciudad de Ginebra, donde hasta 1970 se habían probado distintos sistemas con rotundos fracasos y su población de palomas alcanzaba los 40.000 ejemplares. En tanto, el 1 de junio de ese año comenzaron a aplicar el Ornisteril y para 1977 habían logrado reducir la población a 15.000 ejemplares. Hoy el número alcanza apenas 5.000.
Este sistema consiste en alimentar a la población de palomas con granos de maíz impregnados de sustancias hormonales que inhiben la fecundación. En tanto, aseguran que el producto no presenta peligro para las personas ni otros animales domésticos. Además, el tamaño de sus granos impide que pueda ser comido por los gorriones y otras pequeñas aves. Tampoco provoca en las palomas otros efectos no deseados, sólo la inhibición de sus puestas a los 4-5 días de comenzar su ingestión, efecto que desaparece a las pocas semanas de suspender la administración del producto.
Por otro lado, en el proyecto se menciona que equipos de investigación de la Universidad Nacional de Córdoba proponen una distribución de granos de maíz con Nicarbazina, una sustancia antiparasitaria, que posee, además, un efecto secundario como inhibidor de la capacidad reproductiva de las palomas, interfiriendo en la formación de la yema del huevo, lo cual deriva en una reducción de la fertilidad de estas aves.