El aislamiento social, preventivo y obligatorio profundizó las desigualdades que existen en la sociedad. Tanto las brecha entre las clases sociales como entre los hombres y mujeres se hicieron visibles durante la cuarentena.

Las jefas de hogar tuvieron que hacerse cargo de sus hijos, las tareas domésticas y la economía de la casa en medio de un contexto sanitario que encrudeció las problemáticas provocadas por un sistema patriarcal y la exclusión social.

"Con la pandemia, la rutina de las mujeres en el barrio se modificó. Si bien siempre fuimos las que sostuvimos las tareas de cuidado en nuestros hogares, en este contexto se triplicaron", señaló María Rosa Vega, vecina y referente del barrio Los Pumitas, en diálogo con Rosarioplus.com.

La militante de La Poderosa explicó que con la cuarentena, las cooperativas de la zona y los talleres que se dictan en la Casas de las Mujeres y las Disidencias de la agrupación se suspendieron y, en algunos casos, la permanencia en el hogar las 24 horas hizo "que se agrave la violencia de género". 

Para que las víctimas de la violencia machista no se sientan solas, a pesar del aislamiento, se realiza un "acompañamiento y seguimiento diario a través de llamadas telefónicas" para mantener el vínculo en la distancia.

Al igual que en barrio Los Pumitas, en Villa Banana el ASPO se atravesó con las particularidades de los barrios populares: violencia institucional, dificultades habitacionales y precarización laboral.

"El dato más destacado de este tiempo fue la explosión de los comedores, tanto de los existentes como de los nuevos, que en su mayoría son impulsados por mujeres. Por eso las rutinas de las compañeras se han modificado en este sentido, porque muchas están abocadas a garantizar ese plato de comida en los barrios, con todo lo que implica", afirmó Ana Laura, integrante de Causa, en diálogo con Rosarioplus.com.

Según señaló la militante social, la cuarentena en los barrios no es la misma que en el centro de la ciudad. "Por las condiciones habitacionales se vuelve imposible el sostenimiento del aislamiento en casa y por eso se ve a los chicos en las calles", indicó. Además, comentó que el vínculo entre los niños y la escuela se mantuvo de forma virtual, con las limitaciones que algunas familias tienen en materia de recursos tecnológicos y económicos (imposibilidad de adquirir ciertos materiales).

Con la flexibilización del aislamiento social, preventivo y obligatorio, las mujeres de barrio Triángulo volvieron a sus habituales espacios de expresión y contaron cómo vivieron el confinamiento.

"A mí me traumó un poco, porque estaba todo el día sola, mi marido se iba a trabajar temprano y volvía a la tarde. Me sentí sola y deprimida. Me levantaba, tomaba mate y volvía a la cama. Limpiaba, baldeaba, no tenía nada para hacer, hacía cosas caseras", comentó Gabriela, y agregó: "Por ahí me angustiaba, mi marido llegaba y yo estaba re decaída".

En cuanto a su estado de ánimo en los primeros días de la cuarentena, la mujer remarcó: "Creo que era porque estaba sola, o por el miedo que sentía por mis hijos. Le pedía a Dios que los proteja, los llamaba todo el día y le preguntaba si tenían síntomas".

Sobre la situación económica de su casa y los vecinos, Gabriela dijo: "Yo me quedé dos meses encerrada porque mi marido trabaja y traía plata. Pero hay gente que la está pasando mal porque no puede trabajar, hay mujeres que están criando a su hijo sola".

"Tengo una amiga, que es viuda, y hace unos meses tuvo dos ACV (accidente cerebrovascular). Trabaja por su cuenta y las patronas le dan 500 pesos por semana, trabaja en siete lugares. Son 3500, que a veces no le dan ¿que hace ella con eso?, tiene chicos y es una mujer sola", lamentó Gabriela, y señaló: "A veces los patrones son injustos, porque ellos tienen, no se hacen problemas".

Micaela y Sofia también comparten el espacio de mujeres que tiene Causa en Villa Banana y coincidieron con su compañera en los inconvenientes financieros del hogar por negligencia de los empleadores.

En el aglomerado Gran Rosario, según los datos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, la mayor parte de las tareas del hogar, sin contar las realizadas por servicio doméstico, son realizadas por mujeres. Se observó que de 3 de cada 4 personas que asumen las tareas del hogar son mujeres. Esta desigual, también quedó expuesta durante el ASPO.

"El mío sigue igual, nunca hizo nada. Si le digo, si", criticó Sofía, en relación a la falta de compromiso de su pareja con los quehaceres domésticos. Además, la joven remarcó algunos inconvenientes para cumplir con las actividades escolares: "Piden muchas cosas y por ahí no tenemos para hacer la tarea".

La violencia institucional es habitual en el popular barrio de zona oeste y la cuarentena obligatorio sumó un motivo más que la fuerza de seguridad cometa abusos. "La policía estaba muy mala con la gente, por ahí te agredían", comentó Gabriela, y destacó el ensañamiento de los agentes con los cartoneros que buscaban una forma de sobrevivir.

Jefas de hogar al límite

Las jefas de hogar se vieron ante una situación límite durante el confinamiento: tuvieron que trabajar, criar a sus hijos y realizar las tareas de la casa en completa soledad. Esta situación, llevó a que varias mujeres atraviesen la cuarentena con "un estés constante".

"Tengo una niña de casi dos años, ella había empezado el jardín pero con el aislamiento no fue más y ahí se me modificó la rutina del todo", expresó Rocío, y aclaró: "Vivo sola con ella, tener que hacer el teletrabajo se me hizo muy difícil".

La fonoaudióloga comentó que los primeros días del ASPO, además de cambiar la metodología de trabajo (pasó de presencial a virtual), sufrió la incertidumbre por el pago de su labor: "No sabía cómo me iban a pagar las obras sociales, todo el tiempo tenía la incertidumbre porque no me entraban pagos y entonces pensaba en cómo sostener la casa si no cobro. 

"Fue muy complicado esto de haber perdido una rutina totalmente instalada con los horarios de ir al jardín e ir a la casa de los abuelos", contó Rocío y observó: "Empezamos a dormir muchísimo menos, ella tiene pesadillas, está más tiempo upa".

También, la joven destacó que la imposibilidad de concurrir a espacios abiertos y la carencia de espacios amplios en su departamento "afectó muchísimo" el ánimo de su hija.

Otro factor que complicó aún más la rutina de las jefas de hogar durante la cuarentena fue la irrefutable exigencia y la falta de perspectiva de género de algunos empleadores 

"Mi trabajo (call center) nos hace cumplir las 6 horas de teletrabajo sin falta. Si se cae internet o se corta la luz o cualquier otro percance que nos exceda, nos descuentan del sueldo y nos hacen recuperar las horas", señaló con angustia Carla, y continuó: "Y se nos exige que vendamos igual o más. No se tiene en cuenta que no solo estamos trabajando sino que tenemos que atender a nuestros hijos, cocinar, limpiar, etc. Todo lo que conlleva organizar un hogar".

Respecto a su estado emocional durante el ASPO, la trabajadora dijo: "La verdad que es un estés constante, porque la presión es mayor estando en casa. Y si siendo jefa de hogar es más difícil porque tenés muchas responsabilidades que atender. Hijos, laburo, cosas que pagar, quehaceres domésticos.. todo recae en una misma".

Acerca de la usencia de flexibilización de actividades para las mujeres, por parte de la patronal, Carla reflexionó: "Lo que yo noto es que no se tiene en cuenta que por ejemplo las mujeres que vivimos solas con hijos no podemos dedicar el mismo tiempo que los hombres". "No se tiene en cuenta que la mayoría de las mujeres, como te decía antes, llevamos adelante nuestras casas. Tengo compañeras que están amamantando y que se les exige igual que a nuestros compañeros, que no tienen estas responsabilidades".

"Siendo la jefa del hogar, y estando sola en casa, siento que el aislamiento es más difícil. No tenés un otro que te de un auxilio", manifestó Verónica, y añadió: "Tuve la intención de dejar alguno de los trabajos que tengo, pero en este momento económico en el que estamos he decidido que no. Esto se volvió una carga, porque tengo que seguir generando dinero para mantener el hogar".

La periodista comentó que ante la imposibilidad de contar con instituciones o familiares que la ayuden en el cuidado de su hijo, tuvo que recurrir a una niñera para poder continuar con su actividad, la cual estuvo desde un principio entre las excepciones del decreto 297/2020. "La rutina se modificó totalmente, al principio fue más caótico porque yo trabajo fuera y dentro de mi casa, y me tuve que organizar. A la mañana pudo venir la niñera, y podía salir a trabajar, pero a la tarde, empecé a repartir mi tiempo en hacer algo de la tarea de la escuela", dijo.

Sobre la adaptación a la cuarentena, la comunicadora contó que tuvo que asesorarse para encontrar herramientas apropiadas para contener los estados de ánimos de su hijo y comenzar una paulatina adaptación al nuevo contexto. "Fui entendiendo que hay que dar lugar a todo, a los berrinches y las angustias", señaló y agregó: "Los cambios de ánimo y actitudes están y van a seguir estando. Hay que bancar los malos días".