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No fue un hecho aislado, tampoco un crimen premeditada. El asesinato Fernando Báez Sosa en Villa Gesell fue la consecuencia de una práctica legitimada por una masculinidad dominante que exige pruebas de poder, ya sea físico, económico o político; fue el desenlace de un sometimiento necesario para cumplir con los mandatos y no mostrarse débil ante los pares. Fue "una muerte producto de un entramado cultural".

Para poner en contexto el feroz ataque que llevaron a cabo los 11 jóvenes de Zárate, Rosarioplus.com dialogó con el Doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de la Plata, Juan Branz, autor del libro Machos de Verdad. Masculinidades, Deporte y Clase en Argentina.

"Es una muerte producto de un entramado cultural", señaló el Licenciado en Comunicación Social, al analizar la brutal paliza que terminó con la vida Sosa y remarcó que el ataque "no es producto de un acontecimiento aislado".

Según el comunicador, los jóvenes arrestados "actuaron como corresponde en la masculinidad, para cumplir con los mandatos". 

"Hay una convergencia entre la construcción de masculinidad y la forma en que se moldea esta masculinidad que nosotros llamamos dominante; la cual se caracteriza por la exhibición de diferentes potencias como la fuerza, el vigor, el coraje, la potencia sexual y económica; y que todo el tiempo tienen que ser probadas y certificadas por el resto de los miembros grupo", explicó Branz, y agregó: "Uno de los mandatos es: si hay que agredir físicamente a alguien para someterlo, hay que hacerlo".

Las peleas con otro varón a la salida de un boliche, más allá de los motivos que causaron la discusión, "son prácticas absolutamente lógicas, racionales; que tienen que ver con actuar en un momento determinado con violencia legítima (dentro de la masculinidad dominante)".

La pertenencia de los jóvenes arrestados en Villa Gesell a un club de Rugby también debe ser tenida en cuenta a la hora de analizar el crimen de Fernando Báez Sosa.

"El rugby en Argentina es un deporte que garantiza la distinción cultural de las clases dominantes", comentó el doctor, y añadió: "Es una muestra de poder, inclusive desde el cuerpo. Esa mínima porción que juega al rugby tiene competencias corporales que los que estamos por fuera de ese mundo no tenemos, que pueden llevarte hasta la muerte".

El Licenciado en Comunicación Social remarcó que "esa superioridad, autopercibida por los propios actores que integran el rugby, no es alcanzada simbólicamente, con ciertas prácticas discursivas, se necesita la prueba de la agresión física".

En cuanto a la posibilidad de deconstruir la masculinidad dominante dentro del deporte que se hizo popular en el país por las actuaciones de Los Pumas, Branz indicó: "Soy pesimista porque desde las mediaciones institucionales, que deberán ser los clubes y las federaciones, solamente se separa a dichos jugadores argumentando que no representan a los verdaderos valores de las prácticas. No veo mucho ejercicio de concientización entorno a lo que sucede, porque está muy encarnado en el cuerpo y la práctica".

"No sabemos los varones sostener nuestras masculinidades por fuera de los que es la aplicación de la violencia y el sometimiento a otro. Por eso hay que desarmar y volver a armar, por ejemplo a través de la educación sentimental de los varones", aseguró el comunicador y remarcó la importancia de aplicar el ESI (Educación Sexual Integral) en las escuelas.

"Hay que reordenar pautas que nos adviertan que ser varón no es mediar con algún otro a través de la violencia, ni hablar de las relaciones con las mujeres", concluyó.