El ingenio para delinquir parece no agotarse nunca en el mundo del hampa. En la última semana una nueva modalidad delictiva se ha propagado en Rosario, la cual apunta a engañar por teléfono a adultos mayores hasta cerciorarse de que poseen dólares en su domicilio, para luego atacarlos allí mediante la ya conocida modalidad denominada "entradera". Si bien hasta acá parece ser un ardid simple y hasta muy conocido, la distinción es el pretexto del engaño telefónico: la ley de blanqueo que aprobó el Congreso hace pocas semanas como argumento para atraer el interés de los desprevenidos damnificados.

La mecánica es la siguiente: llaman a números al azar hasta que dan con alguien de edad avanzada y le dicen que llaman desde el Banco Central u otra entidad bancaria nacional por un trámite administrativo en el marco de la nueva ley de Blanqueo.

Luego le dicen que necesitan los números de serie de los dólares que poseen, dando por hecho que desde la (falsa) entidad saben que en su casa tienen los billetes. Si la persona accede, se les allana el camino para el golpe final. Es que los delincuentes tienen los datos claves: cuántos dólares tienen en su poder y el domicilio exacto, para luego poder realizar la entradera.

En la última semana se produjeron entre cuatro y cinco intentos pero ninguno logró su cometido, según explicaron desde la Fiscalía Regional Rosario, dependiente del Ministerio Público de la Acusación. Se da luego de la aprobación de la ley de blanqueo de capitales.

La misma establece un Régimen de Sinceramiento Fiscal, con el cual se espera la exteriorización de activos no declarados que se encuentran en el exterior o fuera del sistema financiero local. El activo del que más se habló para blanquear es la moneda extranjera, de lo cual se valieron este grupo de delincuentes para diseñar el mecanismo delictivo.

Desde la Fiscalía Regional Rosario, explican que en caso de que sucede algo similar, se corte la comunicación, y si tiene identificador de llamadas, tome nota del número y de aviso a sus ofinas al 4721899/98 o personalmente a Montevideo 1968.