La balacera que hirió a una niña, el domingo por la noche, en barrio Alvear, mostró de manera descarnada cómo pueden convivir la rutina de un vecindario tranquilo y, de repente, la furia criminal de la violencia urbana que también habita las mismas calles.

A esa conclusión arribó Cándido acerca de la suerte corrida por su nieta, Angelita, cuando cayó bajo las balas de un grupo de delincuentes que perseguía a otro por la cuadra de Presidente Perón al 3700, entre Constitución y Castellanos. La niña, al fin y al cabo, había salido de su casa y caminado los pocos pasos que la separaban del almacén y panadería de la cuadra, para comprar una gaseosa.

Hasta el pobre Tobi, la mascota de todos allí, un perro comunitario, siguió a la niña y cuando las balas empezaron a zumbar, también resultó herido.

Ahora Cándido, este obrero de La Virginia que ni usa teléfono celular por miedo a que se lo roben, agradece que su nieta se recupera. Y se resigna a que le quede eso: agradecer seguir vivos.

"Estábamos a punto de cenar, somos muchos en familia, como 12. Una de mis nietas, Angelita, dijo 'Voy a comprar la Coca', y la mamá salió por detrás, para no dejarla ir sola. En el momento en que estaba por comprar aparecieron 4 o 5 tipos armados tirando balas para todos lados. La nena se asustó y salió corriendo para donde estaba la mamá. Cayó a un metro, herida, llena de sangre porque un tiro le había cortado una arteria de la pierna. Nos quedamos ciegos, es la más chiquita de la familia. Las balas seguían, hasta que mi hijo la metió en el auto y la llevó al hospital", relató el hombre de un tirón. 

"En casa estábamos todos reunidos y pensamos que eran fuegos artificiales. Pero enseguida vino mi nuera llorando y gritando porque le habían pegado un balazo a Angelita. Entró también el perrito, nuestra mascota, que los siguió y también le pegaron un balazo", agregó Cándido. 

"Esta gente que apareció a los tiros desapareció en 2 segundos, no tuvimos tiempo de saber quién fue ni ver nada. Nuestra preocupación era la nena. La verdad que esto no pasa muy seguido acá en el barrio, pero es como trabaja la mafia: ven a uno que está progresando y van y le quieren arruinar el negocio y le piden coima. Eso está pasando en varios lados en Rosario. Lo bueno es que la nena se está recuperando. Cada vez estamos más desprotegidos, ni en familia podemos estar", concluyó.