En la segunda semana del juicio por la explosión del edificio de Salta 2141 en la que fallecieron 22 personas, pasaron por las audiencias una serie de testigos aportados por el Ministerio Público de la Acusación, y entre ellos, dos propietarios que residían en el edificio. Y estos testimonios tuvieron la particularidad de mostrarse contrapuestos entre sí.

Adrián Gianángelo, quien oficia como testigo y a la vez como querellante en este juicio por la muerte de su hermana Débora, relató a Rosarioplus.com lo sucedido en la última audiencia. Acerca del ex vecino Iván Gasparini dijo que “omitió información, dijo no recordar ciertas ocasiones que vivió conmigo, entre otras cosas por ejemplo sobre cómo se manipuló la llave del gas del edificio". En cambio, otra ex consorcista, Laura Martin, "contó cada uno de los momentos del consorcio tal y como los presentó la Fiscalía y la querella”, transmitió Gianángelo.

El muchacho se mostró “sorprendido” ante la actitud de su ex vecino, quien había sido su amigo y con quien compartió cada situación problemática con los arreglos del servicio de gas del edificio: “Se comportó de manera muy extraña, dijo no recordar cómo manipularon la llave, ni si quiera si recordaba que yo estaba ahí con él. A eso se suma que él me había dicho que tenía correos de reclamos a la administración Calvillo y grabaciones de las reuniones del consorcio, y cuando le preguntaron dijo que no tenía”.

A diferencia de la declaración de Gasparini, el querellante contó que la propietaria de 11 departamentos (uno de ellos es donde residían los hermanos Gianángelo) Laura Martin “revalidó el relato de nuestra querella, incluso expuso sus propias acciones, como que fue parte del grupo reducido de consorcistas que aprobaron el trabajo del gasista García por ser más barato, así como que ella firmó el acta de Litoral Gas cuando rehabilitaron el servicio la noche del primer arreglo, en que el primer gasista no esperó a que viniera la empresa para firmar él el acta”.

El propio Adrián Gianángelo atestiguó esta semana. Rememoró los problemas que había en el edificio con el suministro de gas en los días previos a la catástrofe, y el cruento final de su hermana, fallecida entre los escombros. “Conté sobre cómo llevé a mi hermana a enterrarla en nuestro pueblo Arteaga, y que al llegar allá nos enteramos que faltaban los últimos dos vecinos, Luisina Contribunale y Santiago Laguía, y decidí volver a Rosario para ayudar a buscarlos”, aseveró.

Sobre Débora además, en su testimonio Adrián destacó sobre los últimos minutos de vida, en que les salvó la vida a él y a una amiga suya: “Sabíamos que había que quedarse en el departamento por el arreglo, para que el gasista viniera a chequear. Me iba a quedar yo, y Débora me dijo que vaya a trabajar, que ella se quedaba estudiando. Iba a ir su amiga que era compañera de estudios, y también le dijo que no vaya por el arreglo del gas. Si no nos decía, nos moríamos nosotros también”.