Se llamaba Ariel Leguizamón, pero le decían Nico. Una muerte absurda y tan violenta como la de los otros 129 asesinatos que lo precedieron este año. Seis pistoleros en tres motos que descargaron de pasada una lluvia infernal de balazos a la hora de la cena. Y en el desbande de vecinos que corrieron a guarecerse en las modestas viviendas de Centeno y Rodríguez, Nico quedó expuesto con sus muletas, y cayó herido de muerte. Un cuñado lo llevó urgente hasta el Hospital Clemente Álvarez, pero falleció poco después.

Leguizamón fue la víctima nº 130 en lo que va del año, de la violencia criminal que golpea en los sectores populares de Rosario. A quien se le pregunte dirá con espanto que nada tenía que ver este chico de 25 años con los asuntos del crimen organizado y sus códigos violentos. Sin antecedentes penales, era uno de los más activos en el centro comunitario Luz Esperanza y Vida, de Dr. Riva al 2200. Ahí empezó desde pibe a vender pan casero, pero luego aprendió a elaborarlo y hasta el domingo era uno de los que empujaba en esa unidad productiva donde también hay una unidad textil, un merendero, copa de leche, el punto de encuentro entre vecinos que se vinculan para resistir las inclemencias de una economía difícil, agravada por el asedio del crimen organizado que les disputa a los pibes.

Tweet de Mariano Romero

Nico tenía compañera y un hijo pequeño. Futbolero e hincha de River, repartía su tiempo entre la producción de pan, las actividades del centro comunitario, y su familia. El domingo entre las 20 y las 21 estaba en la casa de sus cuñados, para compartir la cena dominguera, en Centeno al 2500, casi esquina Rodríguez. Iban a comer pollo al disco, y Nico estaba juntando leña en la vereda para prepararlo. 

Testimonios recabados por RosarioPlus.com relataron que entonces divisaron tres motos, con dos hombres cada una, que se detuvieron en la esquina. Entonces, los seis se encapucharon para ocultar sus rostros, esgrimieron armas de fuego y arrancaron a balazo limpio a lo largo de la cuadra.

Los vecinos calcularon más de 20 disparos, aunque en la versión oficial los peritos de la Agencia de Investigación Criminal recogieron solo 8 vainas servidas en la calle. 

Los pistoleros pasaron y se marcharon con esa descarga furibunda de disparos que hizo correr a los vecinos que estaban aún en la vereda, como se acostumbra en ese barrio. Pero Nico no alcanzó a guarecerse, porque estaba con las muletas que le obligó un accidente con su moto.  Recibió un tiro en el pecho y otro en la zona lumbar que causaron su final un rato después, en el Heca.

“Era un chico excepcional, luchador, algo tímido, pero excelente, pongo las manos en el fuego por él. El otro día lo cargaba porque no iba a poder jugar al fútbol ahora que se había lastimado una pierna con la moto. Una gran pérdida”, contó Mariano Romero, referente del Movimiento Evita en zona sur, y primer candidato a concejal por la lista “Un futuro sin miedo”.

“Era una persona maravillosa, mi sobrino no se drogaba ni andaba en nada malo, solo su familia, su casa, no se metía con nadie. Acá en el barrio todos nos ayudamos, pero pasan tirando todos los días y tenemos que meter los chicos adentro, no les importa nada, matan a cualquiera. Nunca imaginé que me lo matarían a Nico. Él no alcanzó a escapar, se quedó a que lo maten”, sollozó una tía del joven.