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El anuncio del presidente de estados Unidos, Donald Trump, de cambios en las relaciones con Cuba y de revisión de algunos avances puestos en práctica por la administración de su antecesor, Barack Obama, generó los previsibles apoyos del exilio y la disidencia y cuestionamientos de Venezuela, de ex funcionarios de la administración de EEUU y hasta de la ONU.

El secretario general de la ONU, António Guterres, defendió las oportunidades creadas por el restablecimiento de relaciones entre EEUU y Cuba en 2015 y confió en que los dos países profundicen en su diálogo y promuevan buenas relaciones. "El restablecimiento de las relaciones diplomáticas en julio de 2015 entre Cuba y Estados Unidos creó oportunidades para la gente de los dos países", dijo a Farhan Haq, vocero de Guterres. Haq dijo que la ONU "espera que Cuba y Estados Unidos profundicen su actual diálogo y promuevan buenas relaciones de vecinos".

El dirigente del exilio cubano Ramón Saúl Sánchez, en tanto, advirtió que va a ser difícil aplicar la prohibición de hacer negocios con las empresas del aparato militar de Cuba establecida por Trump, porque manejan "el 100 por ciento de la economía de la isla". En declaraciones a la agencia EFE después del discurso de Trump, Sánchez opinó que es "bueno" que le pongan "condiciones" al Gobierno de Raúl Castro, y agradeció al jefe de la Casa Blanca sus expresiones de solidaridad con el pueblo cubano y el reconocimiento que hizo de los presos políticos. También destacó que no se hayan restringido los viajes de los cubano-estadounidenses a la isla ni el envío de remesas.

Para Sánchez, que no estuvo en el Teatro Manuel Artimne, aunque escuchó el discurso por televisión, quedan cosas por "clarificar" de la nueva política de Trump hacia Cuba, como la forma en la que se va a identificar qué empresas están vetadas en los negocios con EEUU, porque la economía está controlada "ciento por ciento" por las Fuerzas Armadas. El líder del Movimento Democracia propuso al Gobierno de Trump que se sancione individualmente a los funcionarios cubanos involucrados en violaciones de los derechos humanos tal y como se hace con Venezuela.

Por su parte, Ben Rhodes, uno de los principales negociadores con Cuba bajo el Gobierno de Obama, opinó que los cambios a esa política devuelven la relación a "la prisión del pasado" y supone "una oportunidad" para que el castrismo se aferre aún más al poder. "El instinto de aislacionismo que acaba de abrazar Trump fracasará" con el tiempo, pronosticó Rhodes, que fue asesor adjunto de seguridad nacional de Obama, en una nota que firmó en la revista The Atlantic, en la que lamentó que las algunas medidas equivalen a regresar a "una mentalidad de Guerra Fría que fracasó trágicamente".

"Aunque no dan marcha atrás del todo a la apertura de Obama, las acciones de Trump han devuelto las relaciones entre EEUU y Cuba a la prisión del pasado, reduciendo las perspectivas de reforma dentro de Cuba e ignorando las voces del pueblo cubano y la mayoría de estadounidenses simplemente para recompensar a un menguante grupo político" en EEUU, sentenció Rhodes.

En una postura intermedia se ubicó México, que llamó a ambos gobiernos a solucionar sus diferencias mediante el diálogo. “El Gobierno de México hace un exhorto fraterno a ambos gobiernos a encontrar coincidencias por la vía del diálogo y solucionar así sus diferencias, en un marco de respeto mutuo y reconocimiento de la soberanía de ambas naciones", dijo la Cancillería mexicana en un comunicado.

Más duro fue Venezuela, que calificó como una "amenaza" el endurecimiento de la política de Estados Unidos hacia Cuba y llamó a “la unidad y lucha de los pueblos de la Patria Grande”. “¡No pasarán!", escribió la canciller Delcy Rodríguez en su cuenta de Twitter. En la misma línea, el presidente de Bolivia, Evo Morales, considero como "agresiones" los dichos de Trump. "Abuso de poder del imperio norteamericano es no escuchar el apoyo del mundo entero al desbloqueo a Cuba", escribió Morales en su cuenta de Twitter. "En vez de pedir que Cuba libere a los presos políticos, Trump debe expulsar a los políticos delincuentes cobijados en Estados Unidos", evaluó el mandatario.

Finalmente, la disidente cubana Rosa María Paya, hija del fallecido Oswaldo Payá, juzgó “positivo" que el presidente Trump se proponga "acabar con los privilegios de los responsables de la represión en Cuba", porque -dijo- también lo son de Venezuela. Aunque señaló no estar de acuerdo con "toda la letra" de la orden ejecutiva que Trump firmó en Miami para modificar la política estadounidense hacia la isla, Payá mostró su agradecimiento por la medida que prohíbe a las empresas estadounidenses hacer negocios con las compañías ligadas al aparato militar cubano.

La hija de Oswaldo Payá (1952-2012), que encabeza el movimiento Cuba Decide, dijo a la agencia EFE que pudo entregarle a Trump dos peticiones, una para que respalde un plebiscito vinculante en Cuba, en el que los cubanos puedan pronunciarse sobre si quieren elecciones libres, y otra para que "levante la voz para denunciar los crímenes de la dictadura y detener la impunidad".