El candidato a presidente del frente Unidos por una Nueva Argentina (UNA), Sergio Massa, llega a las elecciones del próximo domingo con la esperanza de poder llegar al balotaje del 22 de noviembre. El intendente de Tigre buscará superar al candidato de Cambiemos, Mauricio Macri, y definir el futuro del país ante el kirchnerista Daniel Scioli, si es que este domingo se confirma el escenario que dibujó la elección primaria de agosto.

Actividad pública y política

Con 43 años, Massa es uno de los candidatos presidenciales más jóvenes, después de Nicolás del Caño, y comenzó su militancia política de la mano de su amiga -y una de sus principales operadoras políticas- Graciela Camaño, en el municipio de San Martín, donde se crió.

Luego de participar de la Juventud de la UCeDé, conoció a su actual suegra, la entonces diputada nacional Marcela Durrieu, con quien compartió grupos de discusión política y conoció a su esposa, Malena Galmarini, funcionaria del área social de Tigre y candidata a concejala.

En 2002, Massa fue nombrado director de la Ansés por el entonces presidente Eduardo Duhalde, y mantuvo el cargo hasta 2007, cuando ganó por el Frente para la Victoria la intendencia de Tigre -donde reside hace años junto a su familia-, cargo ejecutivo que mantuvo hasta mediados de 2013 (fue reelecto por más del 70% de los votos en 2011) cuando dejó el kirchnerismo para presentar su lista propia para diputados nacionales en el mayor distrito del país.

Ruptura con el kirchnerismo

Massa había comenzado en 2010 un intento de corriente interna dentro del FpV, denominado Grupo de los 8, junto a jefes comunales bonaerenses que se encaminaban a competir en las primarias en 2011, aunque tras la muerte de Néstor Kirchner desestimaron esa posibilidad.

Pero con ese mismo grupo de dirigentes, y ampliado hasta una veintena, Massa decidió romper con el kirchnerismo en 2013 luego de meses de expectativa por si sería o no candidato, y si no lo era, si iba a bendecir una lista propia con el denominado Frente Renovador.

Al ganar con holgura esas elecciones (en alianza con el PRO), esa misma noche, Massa le anunciaba a todos sus referentes, en ese momento, casi todos intendentes de la primera sección, que se iniciaba el camino por la presidencia y que había que salir de la provincia para construir un armado en el resto de las 23 provincias.

El tigrense se desmarcó del macrismo y extendió su "liga de intendentes" -como muchos la denominaban por lo bajo- incorporando a varios referentes nuevos, entre ellos algunos que sumaron mucha controversia a una fuerza política que se planteaba como renovadora, como fue el caso del intendente saliente de Merlo, Raúl "Vasco" Othacehé, además de un permanente zig-zag en el vínculo con Martín Insaurralde.

Su ambivalente juego de alianzas hizo que se acercara a jefes del radicalismo en varias provincias (con la famosa foto en Jujuy sentado junto al senador Gerardo Morales) y al gobernador cordobés José Manuel De la Sota, también con aspiraciones presidenciales, con quien luego se distanciaría hasta conformar el frente UNA para competir entre sí en abril de 2015.

Éxodo massista

Entre marzo y junio, Massa sufrió la sangría de una decena de intendentes y del jefe de su bloque parlamentario, Darío Giustozzi, junto a decenas de legisladores provinciales y concejales y hasta su jefe de campaña, en una espiral barranca abajo que disparaba todo tipo de pronósticos mientras se intentaba negociar una gran primaria con Cambiemos (incluso se llegó a analizar su candidatura a gobernador).

Massa pudo recién capear su frente interno cuando sobre el final del cierre de listas anunció que sostenía su candidatura y que iba a competir con De la Sota, y ya en vez de ser arropado por los intendentes, pasó a serlo por su equipo técnico, liderado por Roberto Lavagna, y por el delasotismo.
Con un buen resultado en las PASO -que le ganó al gobernador cordobés-, y a pesar de los augurios procedentes de sus rivales, Massa sorprendió al resistir la polarización entre el oficialismo y Cambiemos y pudo sostener su caudal electoral, según todas las encuestas, manteniendo un tercer lugar que él, asegura, puede pasar a ser segundo en la instancia final.