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Un repaso con lupa de tres temas de peso de la semana. Las transiciones de poder a nivel nacional, provincial y también en Rosario están atravesadas por un factor común: los preocupantes problemas financieros.

Entre cuatro paredes

En Rosario, el puente que atravesarán juntos el intendente electo Pablo Javkin y la saliente Mónica Fein hasta el 10 de diciembre tomó estado de secretismo justamente por los números en rojo. Podría pensarse una lógica: cuanto más rojos, más silencio. Lo cierto es que aún no transcendió qué nivel de pasivos y dificultades financieras son las existentes en el Palacio de los Leones. La única certeza es que es relativamente preocupante como para lanzar un plan de austeridad tal como hizo Fein.

Esta semana el PJ local empezó a exigir al Ejecutivo y hacer valer su lugar de opositor de mayor peso, logro obtenido tras quedar a poco de la intendencia. Incluso, desde el entorno de Roberto Sukerman esperan un llamado para reunirse con el intendente electo.  

En este marco, el PJ pidió la presencia del secretario de Hacienda, Santiago Asegurado para que muestre el el estado de situación en el Concejo. El socialismo se lo habría prometido en la reunión de Labor Parlamentaria aunque aún no hubo confirmación. Quizás prefieran liquidar primero las reuniones con Javkin.  

Quién todavía está tratando de averiguar con certezas es justamente el intendente electo. Se encuentra en una suerte de dilema: necesita llegar con la municipalidad lo más ordenada posible y no prender fuego en el medio la relación con el socialismo, con quien deberá llevarse bien para construir su poder y gobernar.

Con todo esto, el anuncio de una suba del boleto de colectivo por parte del Ejecutivo no es un dato menor. La decisión no fue consultada con Javkin, según pudo averiguar Rosarioplus.com.

Lo cierto es que el sistema no aguantaba hasta que la gestión de Javkin empiece a rodar y pueda cargarse con un aumento. Si bien parece ahorrarle el costo político, nada garantiza una nueva actualización en el primer trimestre dentro de un sistema estructuralmente desajustado.

Ahora bien, con qué presupuesto contará Javkin no sólo compete al municipio, sino también a la gestión provincial entrante con quien seguramente deberá negociar la continuidad de políticas y recursos. 

Desconfianza

Si es el secretismo el que prima en la transición municipal, en la Provincia es la desconfianza. El PJ no se detiene en hacer valer su triunfo y se muestra envalentonado en su vínculo con el socialismo. Luego de pedir una auditoría que promete levantar hasta las alfombras, y de filtrar el déficit provincial, ahora los municipios peronistas salieron a denunciar discrecionalidad en los repartos de partidas

Lo cierto es que el agua le está llegando a la nariz a las cuentas provinciales y el equilibrio está al máximo. El gobernador Miguel Lifschitz le pidió a la Corte Suprema celeridad para que la Casa Rosada suspenda los recientes recortes tributarios porque "día a día se pierden recursos".

Los gremios lograron mantener la cláusula gatillo, pero es clave el reparo que hizo el ministro de Gobierno, Pablo Farías: es mes a mes, y en un mes pueden pasar muchas cosas con la economía nacional a niveles incendiarios.

En rigor, el socialismo en diciembre se va y es Perotti quien deberá lidiar con la recaudación para atrás y los pocos recursos nacionales. Se verá si rinde fruto su auspicioso respaldo a Alberto Fernández. Por todo esto será clave qué tipo de presupuesto piensa diseñar.

Desconcierto

La transición nacional también tiene desconfianzas y se le agrega el desconcierto. Por ende es totalmente oscilante. Depende en gran parte del humor de los mercados, es decir, del tipo de cambio y el riesgo país, y éstos dependen de los candidatos.

Así quedó demostrado a principios de la semana cuando la pax entre Macri y Fernández se rompió. El manual de no polarizar duró una semana, como si el macrismo no pudiera con su genio. Fin de la tregua. 

El punto determinante fue la marcada de cancha que le hizo el candidato del Frente de Todos al FMI a quienes acusó de cómplices de la "catástrofe" y advirtió que si desembolsa el último tramo estaría violando su estatuto. Incluso trascendió que el FMI habló de "vacío de poder", lo peor que se le puede achacar en una transición a un presidente. Eso replicó en el mercado y el gobierno estalló. 

El martes fue negro profundo. Durante algunas horas del día se asomó el abismo, algo recurrente en las últimas semanas.    

El miércoles, el gobierno anunció el envío de un proyecto al Congreso para modificar los vencimientos de deuda para descomprimir las exigencias financieras. ¿"Reperfilamiento" o patearla para adelante? Así, la discusión en el futuro se trasladará al plano Legislativo y saldrá del binomio Fernández-Macri. 

La neurosis se demostró una vez más el jueves. "Que transcurra de la mejor manera es mi responsabilidad como presidente, no depende nunca de un solo gobierno", dijo Macri. Fernández devolvió: "Debe estar contando los días". 

En lo electoral hubo dos datos interesantes: el lunes dos encuestadoras que acertaron bastante en las Paso, pronosticaron una diferencia muy superior para Fernández en las generales. El miércoles el escrutinio definitivo amplió la ventaja para el Frente de Todos sobre Juntos por el cambio: 47,65% contra 32,08%, es decir, 4.083.354 millones de votos de diferencia. 

Esto empodera al candidato y ni hablar si en la primera vuelta se termina acercando al 54% histórico que logró justamente Cristina Fernández, cuestión que impactaría interna y externamente en la construcción de su poder.