La política santafesina no se tomó vacaciones en enero y tiene sus movimientos de fichas en un año electoral. Mientras el gobernador Omar Perotti moldeaba el toque sanitario, el radicalismo santafesino jugó a la política y movió el tablero. 

Después de varios meses de un vueltero anuncio, tuvo origen un frente amplio no peronista para golpear al justicialismo en las elecciones intermedias y destronarlo de la Casa Gris en 2023. La mayoría del radicalismo provincial agarró el toro por las astas y anunció la creación de una alianza que sumará al PRO, a la democracia progresista, a la Coalición Cívica, y pretende al socialismo.

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Pero justamente, este punto es el quid de la cuestión: armar un nuevo frente con base en el radicalismo, a diferencia del Frente Progresista que tuvo su eje en el partido de la rosa. En ese marco, Miguel Lifschitz emerge como una carta decisiva que los radicales quieren dentro del esquema por su tonelada de votos y peso político. Sin embargo, comenzó una movida del radicalismo de plantear que con él o sin él, el frente amplio se armará igual. 

Ahora bien, Lifschitz es la figurita difícil, pero no el único socialista que define la situación. Ya de movida el partido Bases, de Eduardo Di Pollina, rechazó de plano sumarse a una coalición con todo lo que huela a macrismo. Vale recordar que en las elecciones presidenciales, el espacio se jugó públicamente por el Frente de Todos de Alberto Fernández. En abril se elegirán autoridades y seguramente defina el destino de su participación o no. 

De parte del sector de Lifschitz no se hicieron declaraciones públicas. Sí lo hizo el diputado Ariel Bermúdez, ladero del intendente de origen radical Pablo Javkin, y abonó la teoría de que se trata de una interna de Juntos por el Cambio más que un gran frente. “Si no fuimos a la fiesta de cumpleaños de Cambiemos, menos vamos a estar en el velorio”, dijo.

El potencial electoral que significaría un frente amplio con Lifschitz adentro, posiblemente sin él también, hizo cierto ruido en el peronismo local. Aquella unidad que logró ser la herramienta para sacar de la gobernación al Frente Progresista después de doce años tambaleó durante 2020 y, al ver que la oposición se abroquela, o al menos mueve fichas, el oficialismo empieza a convencerse que algo debe cambiar.

Para empezar quieren aceitar aquella unidad tan mentada y, así, dejar en stand by diferencias de modos que tienen varios sectores con el gobernador Omar Perotti. En este marco se empieza a registrar la necesidad de abrir la mesa de decisiones a los aliados. 

En breve se renovará el gabinete de Perotti y, a modo de ejemplo, el rossismo colocará como ministro de Gobierno al rosarino Roberto Sukerman. “Le dará más política y gobernabilidad”, sostuvo a Rosarioplus un dirigente rossista. Así, el justicialismo santafesino también busca reaccionar y darle impulso a la gestión en un año clave.