El coronavirus en Brasil destapó una interna en el poder político que parece agudizarse con el correr de los días y el avance de la pandemia en el país. Este lunes por la noche, el ministro de Salud de Brasil, Luiz Mandetta, anunció que se mantendrá en el cargo, luego de quebrarle el brazo al presidente Jair Bolsonaro, quien había amenazado con expulsarlo.

Tras la decisión de echar al funcionario, el mandatario brasilero debió ser advertido de las consecuencias graves que ello acarrearía para la continuidad del gobierno por sus asesores militares y los líderes del Congreso.

"Vamos a seguir", afirmó Mandetta, quien reveló que sus asesores ya le habían vaciado los cajones de su despacho porque daban por segura la expulsión del ministro que según las encuestas, más que duplica a Bolsonaron en popularidad.

La pandemia de coronavirus se vislumbra como tragedia en Brasil a fines de abril pero el país estuvo atento este lune a la decisión de Bolsonaro sobre Mandetta, originada en una almuerzo que tuvo con el diputado Osmar Terra, quien cuestiona el aislamiento y la cuarententa contra el Covid-19.

Mandetta tuvo su pequeño operativo clamor popular con cacerolazos a su favor durante la tarde en barrios de Río de Janeiro, San Pablo y Brasilia, lo que fue clave para que Bolsonaro no ejerciera la amenaza del domingo contra "los ministros que se creen estrellas".

"Vamos a seguir porque continuando vamos a enfrentar a nuestro enemigo; nuestro enemigo tiene nombre y apellido, el Covid-19: hay que defender la ciencia, la planificación, un médico no abandona a los pacientes", afirmó Mandetta. Según el funcionario, fue un día "duro y de tensión" con "cajones que fueron vaciados".

"El fin de semana estuve leyendo 'La caverna', de Platón; lo leo desde los 14 años y nunca entiendo", dijo el traumatólogo, quien pertence al conservador Demócratas que se unió a Bolsonaro en la época del juicio político contra Dilma Rousseff en 2016.

"El mito de la caverna" -tal el título completo del texto- trata de un grupo de personas que cree que las sombras proyectadas en las paredes son la realidad.

Fue un mensaje para los terraplanistas, como se le dice al ala ideológica comandada por el astrólogo de ultraderecha Olavo de Carvalho, líder conceptual de los hijos de Bolsonaro, el canciller Ernesto Araújo y el ministro de Educación, Abraham Weintraub.

Bolsonaro desde hace dos semanas se opone a las medidas de cuarentena de los estados e intendencias y se apoyó en el regreso al trabajo, llamando a la población, mediante pastores evangélicos, a ocupar las calles, mientras retrasaba las ayudas oficiales para el freno a la actividad.

Mandetta había sido dado como expulsado mientras Bolsonaro almorzaba con el diputado, médico y ex ministro de Ciudadanía Osmar Terra, quien adhiere como el presidente al cese de las cuarentenas en estados y ciudades y pertenece al Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB). Muchos lo señalaban como el futuro ministro de Salud.

Mandetta, siendo el hombre más popular del gobierno, fue respaldado por los dos jefes del Congreso, el diputado Rodrigo Maia y el senador Davi Alcolumbe, ambos del partido Demócratas. Maia tiene en su cajón pedidos de juicio político a Bolsonaro.

La presión política en Brasilia subió cuando fuentes del gobierno citadas por el diario O Globo, actualmente opositor a Bolsonaro, dijeron que Terra, quien descree de la línea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sería el reemplazante de Mandetta.

Con Terra, Bolsonaro convocó a la “mesa chica” que convive con él en el Palacio del Planalto: el jefe de gabinete, general Walter Braga Neto; el ministro de la Secretaría General, general Eduardo Ramos; el jefe del Gabinete de Seguridad Institucional, general retirado Augusto Heleno, y el canciller, Ernesto Araújo.

“Las disputas de poder en el gobierno indican que el futuro de Mandetta puede ser un ancla que también se lleve al gobierno rápidamente bajo el agua”, afirmó una fuente parlamentaria consultada por Télam, la que destacó el trabajo del Congreso en "proteger" a Mandetta, hoy el político del momento.

Mandetta fue defendido por un grupo empleados del Ministerio de Salud, que dieron un "abrazo" al edificio en Brasilia para ensalzar al médico traumatólogo.

Con el aumento de la crisis entre Bolsonaro y Mandetta en medio de la pandemia y alertas sobre hospitales y cementerios colapsados en pocas semanas, el ministro de Salud le contó a sus interlocutores que sólo dejará el gobierno si lo echan.

Varias señales sobre el poder de Bolsonaro se dieron en las últimas horas: el domingo mucha gente salió a rezar y a ayunar convocado por pastores evangélicos bolsonaristas rompiendo las cuarentenas.

El Ejército lanzó un documento alineado con la OMS y el ministro Mandetta mediante un trabajo de su Centro de Estudios Estratégicos, pero pocas horas después el informe había desaparecido de la página de la fuerza, lo cual se interpretó como una victoria del ala radical e ideológica del gobierno.