Es cierto que 2020 quedará estigmatizado en la historia como el de la pandemia de Covid-
19, que ha causado estragos a la salud pública y a la economía globales. Sin embargo, si
bien resulta provocador, calificarlo como el peor año de la historia parece un tanto
exagerado.

Time es una revista de información general que se publica semanalmente en los Estados
Unidos desde 1923. Es una de las publicaciones más importantes e influyentes en el
mundo y cuenta con ediciones en diversas partes del planeta. En su última portada,
aparece el número 2020 tachado con una cruz de color rojo. El argumento que esgrime la
publicación es que este año la humanidad fue sometida a una prueba mayor que en
cualquier otro. ¿A dónde vamos a ir después de esto? fue el mensaje que lanzó la
prestigiosa revista en su portada.

Una cuestión de edad

En realidad con un poco de historia alcanza para responder a la afirmación de la revista
estadounidense. La peste negra fue la Pandemia más devastadora que la humanidad
haya registrado. Afectó a Eurasia en el siglo XIV y alcanzó su punto máximo entre 1347 y
1353. Es difícil conocer el número preciso de fallecidos, pero se calcula actualmente entre
75 y 200 millones de muertes, lo que equivale a un porcentaje que oscila entre el 30 y el
60 por ciento de la población europea de ese entonces.

Sin embargo, Times apela para su titulación a fenómenos más recientes. Ha habido años
peores en la historia de Estados Unidos y, ciertamente, peores años en la historia
mundial, pero la mayoría de los que vivimos hoy no hemos visto nada como éste, expresa
la publicación.

La revista argumenta que una persona debería tener más de 100 años para haber vivido
la devastación de la Primera Guerra Mundial y la Pandemia de la denominada gripe
española de 1918. Sólo alguien de aproximadamente 90 años podría recordar las
privaciones económicas provocadas por la Gran Depresión de 1929. Habría que tener por
lo menos 80 años para conservar cualquier recuerdo de la Segunda Guerra Mundial y sus
horrores. La publicación argumenta entonces que cualquier persona por debajo de esa
edad no tiene recuerdos de grandes tragedias y que lisa y llanamente no ha sido
preparada para esto.

Lo cierto es que la mirada de la revista se enfoca casi con exclusividad en el impacto de la
Pandemia en los Estados Unidos y los países industrializados y en la confluencia de otros
eventos desafortunados ocurridos durante 2020 dentro y fuera de ese país, pero con
impacto específico en los Estados Unidos.

Sin embargo resulta interesante preguntarse si 2020 podría considerarse o no el peor año
de la historia.

¿Cual es el verdadero virus?

Si se tuviera solamente en cuenta la Pandemia, ya hay alrededor de 71 millones de
afectados -por lo menos esos son los oficialmente registrados- en todo el planeta. Las
cifras de África y algunas regiones de Asia y Latinoamérica, hacen pensar que en algunos
lugares la contabilización de los casos está muy lejos de ser precisa.

Si se tienen en cuenta las muertes, ya alcanzan un millón 600 mil. Esa cifra es muy similar
a la del Genocidio Armenio, ocurrido en 1915. Si se tomara desde entonces la cantidad y variedad de desastres que la humanidad atravesó como consecuencia de sus propias
acciones, las cosas se ponen en perspectiva aún más: Primera Guerra Mundial, Guerra
Civil Española, Segunda Guerra Mundial, Guerra de Corea, Guerra de Vietnam, Guerra
Fría, descomposición del bloque comunista, guerras étnico-religiosas en la exYugoslavia y
en África, Primera Guerra del Golfo, atentados del 11 de septiembre de 2001 e irrupción
global del terrorismo, invasión de Afganistán y Segunda Guerra del Golfo, solamente por
mencionar algunas de las más notorias.

Sobre la base de lo anterior, donde no se tienen en cuenta los efectos de la inequidad, la
concentración desproporcionada de la riqueza, la destrucción de los recursos naturales y
algunos otros detalles, resulta interesante preguntarse si no tenía razón el Señor Smith
cuando le decía a Neo en el filme Matrix, que los humanos son una enfermedad.

El efecto real de la pandemia

A esta altura de los acontecimientos, cuesta pensar que la Pandemia nos hará mejores, o
subvertirá algún sistema económico o estructura de dominación. Pero hay algo que la
Pandemia si ha logrado, por lo menos hasta que se desate el desenfreno colectivo por la
adquisición de la o las vacunas. Y es una democratización global de la desgracia. La
Pandemia llegó a todos los rincones del planeta sin importarle las fronteras. Perjudicó
tanto a ricos como a pobres (aunque los primeros siempre tengan cómo paliar de un
modo u otro sus efectos). Afectó desde la niñez hasta la ancianidad. Y por sobre todas las
cosas, confrontó a los privilegiados con la desgracia a la que la mayoría de los habitantes
del planeta -aunque especialmente concentrados en África, Asia y Latinoamérica- le
conoce bien el rostro.

La Pandemia también confinó al encierro, a la quiebra, o alguna forma de privación a
personas que habitan en el norte de América, Europa y Oceanía y aunque sea por un año
o un poco más de tiempo, expuso a la desgracia a quienes no están habituados a lidiar
con ella.

Solamente por eso, más que ser recordado como el peor año de la historia, 2020 quizás
podría aspirar a convertirse en el año de la empatía.

Sin embargo, de acuerdo a lo que puede preverse con el advenimiento de la
desesperación colectiva por las vacunas, o por su rechazo, dado que ya se califica a los
productos por denominación de origen sin reparar tanto en su efectividad, todo hace
suponer que las cosas no serán sencillas en adelante. Cuesta creer que 2021 vaya a ser
juzgado como un buen o mal año por la capacidad humana de haber aprendido algo de
esta crisis antes que por los buenos o malos resultados de los indicadores económicos.