Hace diez días atrás la soja estaba muy comprometida y aunque los daños son irreversibles, ahora, buena parte del sector núcleo de Rosario intenta recuperarse y al menos  un porcentaje cercano al 50 % de la cosecha se puede salvar, gracias a las lluvias que llegaron y a las que están por llegar.

El tiempo cambia

Los efectos de “La Niña” llenaron al campo de incertidumbre en cuanto a sus cultivos pero el déficit pluvial, al parecer, comienza a olvidarse debido a que se está registrando una masa de aire mucho más seco y esto mantendrá condiciones de estabilidad. El único factor de riesgo podría traer inestabilidad hacia el final del período de cosecha.

Todavía no se puede afirmar, tras un mejor comportamiento pluvial que se vio el mes pasado, o sea enero, pero hay indicios interesantes que el efecto de “La Niña” disminuya su influencia negativa luego de cuatro períodos en los cuales se registró un enfriamiento progresivo, que mostró su punto culmine en diciembre, pero que ahora este factor del Pacífico está mostrando un leve calentamiento. 

En la semana ingresará una interesante probabilidad de lluvias que permite seguir con el progreso de los cultivos implantados. Además estos serán beneficiados por el anticiclón del Atlántico como también por la distribución térmica del Atlántico sur que jugarán a favor y permitirá estimar un escenario que como un resultado probable sea el finalizar la actual campaña con cierta normalidad.

Las lluvias trajeron algo de calma al campo

Los cultivos mejoran

La soja estaba perdiendo día a día crecimiento y no parecía haber solución de ganarle a la falta de agua que desde el mes febrero del 2020 se viene arrastrando casi un año, en el cual el área no superaba el  70% con reservas adecuadas y óptimas. La sembradora Crucianelli fue una de la más elegidas en el área durante 2020.

Quienes han optado por comprar una sembradora Crucianelli lo hicieron en su mayoría a través de canales online.

Pero la buena llegó y al fin el escenario cambió. Los productores ya han acondicionado y preparado su Tolva Semillera ante el aumento de expectativa de cosecha. La región recibió desde el 27 de enero al 4 de febrero 100 milímetros de promedio, y la mejor noticia fue que justo llegó el agua en la etapa de fructificación de la soja. En Monte Buey, Córdoba totalizó 218,6 mm y Montes de Oca, localidad de Santa Fe, alcanzó 153,8 mm.  

Hay otras zonas que no fueron del todo beneficiadas como el noroeste bonaerense que recibió poco más de 40 mm y quedó con condiciones entre regulares y escasas.  Allí, habrá una reacción positiva pero las pérdidas del rinde serán irreversibles como también las del oeste cordobés. 

En estas áreas se requerirían registros próximos a los 100 mm para lograr un buen perfil de humedad en el suelo.  Las lluvias durante este mes y marzo deben acompañar para lograr que mejore todos los días la campaña.  

Los productores que vislumbraron una cosecha muy buena invirtieron con el fin de obtener muy buenos rindes en esta temporada pero la falta de agua conspiro contra ellos y casi vieron como sus expectativas se achicaron cada semana con la situación hídrica que existía. 

Sin embargo, el maíz sembrado en el mes de diciembre y la soja de segunda recibieron las lluvias en el momento más oportuno que se podía pedir, justo antes de que se comenzara a desandar su periodo crítico. Y estos cultivos pueden ser los más beneficiados para su desarrollo ya que este evento ha recreado las condiciones óptimas para su progreso. Esto da una pauta que se está gestando un escenario con altas posibilidades de productividad. 

En varias zonas se está comentando, ante el giro en las condiciones climáticas que favorecieron al suelo, que los cultivos gruesos como la soja de segunda pueden quedar al mismo nivel de producción que las de primera, como también los maíces tardíos que podrían superar a los tempranos. 

Hay que seguir trabajando porque aún queda bastante por andar y no deberían demorarse en más de 10 a 15 días el retorno de las lluvias para seguir alimentando el potencial de un rinde más importante en el periodo más crítico de la cosecha.