Que el narcotráfico está instalado en Rosario no es novedad. De a poco se van desglosando los distintos matices que componen este negocio ilícito. Algunas mujeres víctimas de este flagelo se animan a señalarlos a través de la ONG “Madres en Acción”, producto del amedrentamiento de soldaditos; no bajan los brazos ante lo que entienden es una Justicia que actúa tarde y mal, y que no las protege, y que lejos de eso, a veces le quitan la custodia personal, tal como le pasó a Adriana Abaca, una de las fundadoras de la entidad.

“Se puede decir cualquier cosa de las madres, pero nunca que no nos damos cuenta cuando nuestros hijos se drogan o roban”, fue una de las respuestas que le brindó a Rosarioplus.comBetina Zubeldía, miembro, también, de la ONG, frente a las razones por las cuales inició su lucha. Afirma que la cruzada emprendida para salvar a su hijo, y por transición, a todos, “no tiene precio”. Por eso destapa la olla de un modus operandi que muchos comentan, pero en off the record: los narcomóviles, como los llaman algunos.

Servicio express

Una tarde, Betina encontró a uno de sus hijos en el garaje de su casa con la nariz empolvada. En ese momento, “tomé la decisión de buscar al que le vendía”. “Lo fui a buscar a la casa, que hacía las veces de búnker, lo encaré y le grité: ‘Por qué no me vendés la falopa a mí. Dejá de venderle esta porquería a los pibes’, y me respondió que no me meta con él; llamó a mis padres avisándoles que mejor que yo me quedara tranquila porque me iba a denunciar. Al día siguiente, se apareció en mi casa y me aclaró que estaba arreglado con la Policía, que nadie me iba a ayudar en la Comisaría 22° de Pérez”, declaró. A los pocos días, el narcotraficante cayó preso por matar a un policía federal, en circunstancias poco claras.

Betina puso en palabras lo que muchos en la calle aceptan sin comentarios acerca de un método habitual para ir a comprar drogas. “En una recaída que tuvo mi hijo mientras se estaba recuperando, una mañana pidió un remise legal para que lo pase a buscar. Eso me llamó mucho la atención, por ende llamé a la remisería para que me digan quién manejaba el móvil que llegó a mi casa. Encaré al chofer y le exigí que deje de llevar a los pibes a comprar porquerías. Así, fue que descubrí este sistema, que se basa en pasar a buscarte por tu casa, llevarte hasta a dos cuadras del búnker, te esperan y te traen de vuelta. Te cobran el doble o triple de lo que cuesta una tarifa normal”, relató la mujer.

Rosarioplus.com consultó al representante de la Asociación Taxistas Independientes, Mario Cesca, al respecto, quien negó la posibilidad de dicha práctica que “es ilegal”, pero no la descartó ya que “hay más de 4 mil taxistas y seguirlos a todos por GPS es imposible”. En rigor, “los que lo hacen, son los que después no acaban bien, y en esos casos sí se realiza la ruta que hizo por GPS, pero es algo que amerita una investigación y le corresponde a la Justicia”. No obstante, el año pasado “tuvimos un caso de una víctima de un móvil que terminó mal en Fuerte Apache y fue bastante sugestivo el tema, pero no sabemos cómo prosiguió la causa”, finalizó.

“La verdad que no tengo ni idea sobre este tema, que es muy delicado, lo desconocemos totalmente”, se despegó también el titular del Sindicato de Peones de Taxis de Rosario, Horacio Boix.

El Estado que mira y no ve                                                                     

Sabiendo que la lucha contra el narcotráfico era una batalla que estaba perdida. La fundadora de la ONG Madres en acción decidió llevar a su hijo al centro de Rehabilitación de Adictos Asociación Nazareth, en calle Güemes al 2600, un espacio ambulatorio y privado, “porque no hay institutos de internación públicos”. El muchacho estuvo ocho meses allí bajo tratamiento. “Mejoró mucho -aseguró su madre- pero como los adictos son personas enfermas, tuvo recaídas”.

El principal problema con el que conviven las familias, es que “el Estado no nos brinda herramientas para que podamos ayudar a nuestros hijos con adicciones”. Es una situación límite que deben soportarla solas. No hay un nexo entre los afectados y las instituciones, porque “el Estado no se involucra, yo sé que esta lucha no tiene precio y hay que darla por los pibes”.

Por esta razón, tomó la medida de comenzar a estudiar la Tecnicatura en Prevención Comunitaria especializada en Adicciones y Violencia, “para demostrar que los chicos cuando tienen un espacio donde tratarse, este problema social de las adicciones tienen solución”. A fin de año Betina se gradúa.