Doce personas murieron y varias quedaron gravemente heridas luego de que dos colectivos de Monticas chocaran este viernes en la ruta 33, cerca de Pérez. Mientras crece la indignación de los usuarios habituales de micros interurbanos en ese corredor, quienes se habían cansado de denunciar los repetidos incumplimientos de la empresa y prácticamente anticipaban la tragedia, una pregunta suma cada vez más fuerza: ¿quiénes son los dueños de la compañía?

En la Argentina, hay muchos empresarios que juegan fuerte en el negocio del transporte de pasajeros, pero el grupo más grande es el liderado por dos hermanos entrerrianos que no suelen aparecer en los medios. Se trata de los empresarios Guillermo y Raúl Derudder, quienes se manejan con perfil tan bajo que hasta es difícil conseguir fotos suyas. 

 

Los Derudder son dueños de Flechabus y varias fuentes consultadas coinciden en señalar que son quienes manejan Monticas. "Son dueños de la mitad de las empresas del transporte de pasajeros en Santa Fe", aseguran empresarios locales del sector. Es que también se los vincula al grupo de Empresa Argentina, Nueva Chevallier y General Urquiza. Fuera de eso, hay quienes le adjudican además otra media docena de pequeñas compañías.

Las historias que se tejen sobre los hermanos son tantas que podrían adoptar el formato de novela con una densa trama que incluye sospechas de corrupción, acusaciones de lavado de dinero, un intento de secuestro y hasta el incendio de un colectivo de la competencia. Lo cierto es que pasaron de tener 6 coches en 1992 a una flota de más mil unidades en la actualidad. Ese vertiginoso crecimiento llama la atención y alienta los rumores de que esa expansión fue gracias al uso de dinero no blanqueado, que se insertó en el circuito legal gracias a ciertos avales. "Sin un padrinazgo no hubieran podido crecer así", coinciden empresarios y funcionarios del sector de transporte, quienes por lo bajo cuestionan su forma de hacer negocios. 

Los inicios: la historia oficial

La historia secreta de los hermanos Derudder, dueños de Monticas

La historia oficial de cómo los hermanos entraron en el negocio del transporte puede leerse en la web de Flechabus. Allí se asegura que la empresa “nace en el año 1959 de la mano de su fundador Don Hugo Derudder en Colonia El Carmen, junto a su esposa Lelia Clara Blanc y sus tres hijos mayores, Yolanda, Raúl y Guillermo”.

“Las constantes inundaciones que azotaron la zona en aquel tiempo, obligaron a Derudder a abandonar su actividad principal, el cultivo de arroz, y trasladar su mirada al transporte de pasajeros. El destino los embarcó Paraná en un colectivo de la empresa La Flecha, propiedad del Sr. Bourband, que al enterarse del interés de Derudder, le propone vendérsela”, continúa el texto.

Derudder le ofrece entonces formar una sociedad a su vecino Pedro Orcellet y nace la nueva empresa La Flecha. Los primeros coches, dos forcitos nafteros, de 18 y 24 asientos, hacían el recorrido Colón-Villaguay, que más tarde se extendió a Paraná y, por un tiempo, Colón-San Salvador. En el año 60, la empresa ya contaba con cuatro coches. “Por razones políticas le quitan la línea a Paraná, motivo por el cual comienzan a realizar viajes de turismo. Córdoba fue el primer destino turístico en el año 1963”, remarcan.

En 1969, Orcellet abandona la sociedad pero los hijos de Derudder, Raúl y Guillermo, que no tenían más de 20 años, “ya habían asumido el liderazgo de la empresa”. Entrando en los 90, Orcellet vende la línea a la nueva sociedad Derudder Hnos. “Desde entonces el crecimiento de Flechabus en el transporte terrestre de pasajeros ha sido notable, hoy en día es la empresa número uno del rubro con una amplia cobertura nacional e internacional, y una moderna flota de micros que se renueva permanentemente”, concluye la presentación oficial de la compañía.

 

Los sospechados vínculos con el poder

La fortuna de los hermanos Derudder, se intuye, fue amasada gracias a fuertes apoyos políticos. El ex gobernador entrerriano Jorge Busti siempre negó vínculos con los hermanos, pero le atribuyen buenas relaciones con los empresarios. De hecho, a fines de los 80, mientras estaba el justicialista en el poder, la empresa de los Derudder entró en crisis y se “salvó” gracias a un contrato con el Ministerio de Bienestar Social, Cultura y Educación de la provincia vecina. También durante su tiempo a cargo se le otorgaron a la compañía trayectos importantes, que la hicieron empezar a jugar en otra liga.

Busti y Menem, a pura sonrisa.
Busti y Menem, a pura sonrisa.

La llegada a la presidencia de Carlos Menem resultó determinante porque fue quien, en 1992, desreguló el sector del transporte de pasajeros, mediante un decreto. El desembarco de los hermanos en Capital Federal y sus ambiciones nacionales fueron posibles, sostienen muchos, porque tuvieron al riojano y varios de sus allegados como "padrinos".

Pero el único vínculo probado, hasta el momento, con figuras del justicialismo fue a través del estudio legal que la asistía: PCG Consulting, propiedad de Eduardo y Adrián Menem.

Empresarios del sector achacan a los hermanos Derudder un mecanismo "poco santo" para hacer crecer su fortuna. ¿Cómo funciona? Bajar la tarifa de algún corredor y saturar la oferta en ese trayecto, para así hacer quebrar a las empresas de la competencia y comprarlas. De esta manera, cada vez se quedan con más corredores y también con más firmas, sostienen. Un esquema en el que se insertaría dinero no blanqueado y que no podría funcionar sin importantes avales, remarcan. "Al menos en sus inicios, después cuando ya se convirtió en un monstruo del transporte, cada vez le debe haber sido más fácil a Flechabus seguir creciendo", analizan sus enemigos. 

Dos episodios oscuros: un incendio y un secuestro

La historia secreta de los hermanos Derudder, dueños de Monticas

Una situación compleja asociada a la historia de Flechabus fue cuando un micro de un competidor directo (Almirante Brown) se incendió en agosto de 1999, en un parador de Fighiera, cerca de Rosario. Once personas murieron. Viajes previos de la misma empresa habían recibido piedrazos y otras agresiones. El incendio, confirmaron las pericias, fue intencional. Las hipótesis más fuertes se orientaron al problema de competencia entre empresas de transporte de pasajeros. 

Los que sospechan que Flechabus tuvo algo que ver (aunque jamás fue comprobado por la Justicia) señalan dos hechos: Almirante Brown, por un lado, ofrecía precios mucho más bajos que el resto para el trayecto Retiro-Orán, y además acababa de ganar una licitación para llegar a Santa Cruz de la Sierra, lugar al que hasta ese momento solo llegaba Flechabus.

De todos modos, nunca avanzó demasiado la investigación y todos son supuestos.

Otro episodio con fuerte repercusión fue el secuestro del empresario del transporte Franco Andreola, en 2007. Ocurrió cuando un grupo de empresarios del transporte de larga distancia se encontraba cenando tras una reunión en un quincho de la firma El Rápido San José, que pertenece a la compañía Flechabus, en el barrio porteño de Barracas.

En medio de la cena, un grupo de al menos siete delincuentes ingresó, amenazaron con armas a los comensales, se llevaron dinero y celulares. Cuando parecía que todo había sido un simple robo, los ladrones preguntaron quién era el dueño de un automóvil Mini Cooper estacionado en la puerta del galpón. Andreola les dijo que era de él y les mostró la llave. Y los delincuentes se lo llevaron secuestrado.

La televisión siguió de cerca el caso.
La televisión siguió de cerca el caso.

Los responsables de la investigación sospecharon siempre que el verdadero objetivo de la banda era uno de los dueños de Flechabus. "Si no tienen plata, pídansela a Raúl Derudder", fue la frase que un secuestrador pronunció en una llamada extorsiva. Y uno de los hermanos Derudder tenía también un Mini Cooper. De hecho, al ser liberado, el mismo Andreola sostuvo que lo habían llevado por error.  

A los hermanos Derudder les adjudicaron muchas empresas, muchos oscuros episodios, muchos padrinos de la política. A los hermanos Derudder les adjudicaron muchas historias, pero su respuesta fue siempre el silencio.