Todas las personas son únicas e irrepetibles, dueñas de su singularidad, aún hasta los gemelos más simbióticos, y con el pesar de aquellos padres que han vestido a sus hijos y peinado de igual forma.

En el calendario gregoriano que se usa en occidente existe una sola singularidad con el correr de los años, y otorga cierta mística a todos los que nacieron en cierto día, ese “sándwich inexistente” que sucede una vez cada cuatro años: el 29 de febrero.

Sabido es que el año tiene 365 días, pero para ser precisos, éste tiene 365 días, 5 horas, y 56 minutos, que es el tiempo que tarda la tierra en dar la vuelta alrededor del sol. Los primeros científicos lo notaron, allá por los años ‘40 antes de Cristo, por lo que al ser informado de esto, el emperador romano Julio César decidió agregar una jornada de 24 horas cada cuatro años.

Desde entonces, hace más de 2060 años, la sociedad continúa respetando la tradición de agregar el 29 al mes más corto del año, ya que si todos los años contásemos 365 días, después de 12 años habría una diferencia de tres días, y habría un cambio importante en las estaciones del año, de tal manera que después de unos 700 años, en el hemisferio norte la Navidad caería en mitad del verano.

Rosarioplus.com se acercó en plena fecha de cumpleaños a los rosarinos que viven en primera persona esa experiencia de singularidad desde que nacieron, porque justamente vinieron a complicarles las reglas al Registro Civil al nacer un 29 de febrero: en casi todos los casos, se anotaron el 1° de marzo porque “el 28 no habían nacido”, y cuando por algún motivo cuentan su fecha de cumple, la gente los mira intrigados y deben dar las explicaciones gregorianas del caso.

“Los cumpleañeros invisibles del calendario”, “sin festejar cumpleaños cada cuatro años”, “inexistentes”, pero también “cuatro veces más jóvenes”, los nacidos el 29 de febrero transitaron historias curiosas, cómicas y entretenidas a lo largo de sus vidas, como ser “recibir tres días de saludos”, “celebrar el cumple sólo un minuto entre las 12 y las 12:01”, y sobre todo, que su día sea muy esperado cada 4 años.

Los singulares en primera persona

Milagros festeja su primer cumpleaños con todas las de la ley porque cumplió cuatro añitos este sábado. Liliana cumple 52, y se jacta de sus 13 años bisiestos. Iván tiene 28 recién cumplidos, o sea siete años formales. Beatriz es una piba de 76 años que brinda por sus 19. Andrea y Gerardo este año disfrutan un número importante: ella sus 40 (diez años bisiestos) y él 60, o sea su fiestita de 15.

En tanto que María Inés Aletta, quien hoy con 84 años piensa brindar con mucha alegría que llegó a su mayoría de edad bisiesta con 21 años estrenados. “A los seis años supe de esta curiosidad y pensé que era una afortunada”, rememoró sonriente María Inés.

Para Andrea Martinatto hoy son sus 40 años, que son sus 10 bisiestos, a los que calificó “los cumpleaños verdaderos”. Asegura que cuando cuenta su fecha de cumpleaños, la gente se emociona más que ella: “Será porque les resulta muy extraño, y en cambio yo ya lo naturalicé”.

Antes de nacer, Andrea estaba pasada de fecha, y su madre que “no daba más”, se fue a cortar el césped del patio con una cortadora manual muy pesada. “Así que la única responsable que haya nacido esa fecha fue mi mamá”, aseguró.

“Me dicen Pipi”, dijo balbuceando la niña Milagros Preciosa Blanco, quien cumple 4 añitos inaugurando en su vida su verdadero cumpleaños oficial. Su hermana Sara, que también cumple ese mismo día dijo cuando se enteró que salía la Pipi, que “fue un hermoso regalo”.

Su mamá Marilin se entusiasmó que “este año lo va a festejar por primera vez el día que corresponde, y será una tarde con los amigos de la guardería, familia y vecinos”, y recordó que fue un embarazo de riesgo porque era muy chiquita. “Tenía fecha el 14 de marzo, pero el 28 empecé con poquitas contracciones, y me dijeron que iba a tener que esperar, pero me subió la presión, y decidieron hacer la cesárea.

La historia del parto de Gerardo Campeis, “el quinceañero”, fue también riesgosa: “Internaron a mi mamá, la partera desapareció, yo quería nacer pero ella no estaba. Dejó una carta en el hospital diciendo que se había ido al carnaval. Eran las cuatro de la mañana, y mi papá se fue a buscarla por todos los bailes, y cuando llegó, me habían sacado con fórceps, salí morado y me costó respirar. Él debió abrir el tubo de oxígeno, me dieron aire, y ahí me volvió el color. Ahora lo recuerdo con alegría, es un regalo de dios que esté vivo”.

El juez le dijo al señor Campeis que debía anotar a su chico el 29 porque ese día es el que había nacido, pero no quiso que sea una vez cada cuatro años, y logró convencerlo de anotarlo el 1° de marzo.

“Tenía cinco cuando me explicaron, y cuando les contaba a los amigos que cumplía cada cuatro años se reían, hasta que les explicaba, y era muy gracioso siempre”, relata en su día Gerardo. Este año lo celebra con amigos los dos días: el cumple de 15 años el 29, y el 1° sus 60.

Beatriz Retamar supo lo de su fecha cuando estaba en 1° o 2° grado, cuando su maestra le contó a todo el curso de qué se trataba. “Y yo orgullosa, siempre que alguien me preguntaba, le daba la explicación científica, por el movimiento de la tierra, y quedaban todos sorprendidos”, rememora a sus 76 años, 19 bisiestos.

Ella asegura que siempre tuvo inconvenientes para hacer trámites, como cuando se quiso jubilar, “el sistema no tenía la opción de esa fecha, y hubo que hacer más trámites, no me dejaban jubilar hasta que logramos inscribir mi fecha”. La edad que tiene es igual a la de cualquiera, pero igual a ella siempre le decían que es más joven.

Beatriz se apropió del 1° de marzo: “Me gustaba empezar el mes con la idea de que lo mejor estaba por venir. Me felicitaban cualquiera de los dos días, y yo siempre lo recibí con igual gusto, y muchos años cocinaba dos tortas: la primera para los que recordaban y venían el 28 a saludar, y la segunda para los que se daban cuenta al día siguiente y caían también. Me gustaba celebrarlo dos veces”.

Este año Betty festeja con sus hijos y nietos, seguramente con torta y asado, pero es el primero después de 60 años junto a su marido que lo transita sin él, ya que murió el año pasado: “Vamos a reunir a la familia porque ese era siempre su objetivo, celebrar juntos”.

Iván desde que tiene uso de razón se la pasa explicando a todo el mundo su fecha de cumpleaños, y hay gente que hasta hoy no le cree: “Siempre llamó eso la atención, de chico me sentía raro, incómodo, en las primeras amistades en la escuela y en el club, te hacían ver diferente. Todos cumplían algún día del año, y yo cumplía cada cuatro años”.

Este cumple mejor ocasión no puede haber para este joven de 28 años, porque "cayó sábado", y eso ayuda a que tenga más ganas de celebrar con amigos y familia, y a eso se suma el dato curioso: “Se repite exactamente el mismo calendario en el que yo nací, y por eso, yo nací también un sábado. Hay que celebrarlo más que nunca”.

En la familia de Liliana Ribak el chiste es que su edad intelectual es la de su fecha bisiesta, y la física es la del 1 de marzo. Siempre se sintió rara, pero lo disfruta: “Lo genial es que de mi cumple no se olvida nadie, me sigue saludando gente no cercana cuando se acuerda. “Hubo un año que me regalaron un zapato un día, el otro del par al día siguiente”, recordó con gracia.

“Hasta hoy nunca sé que responder cundo me preguntan: si contestar que nací en mi fecha o la legal, para evitar tener que ponerme a contarlo. En Facebook puse el 1 de marzo, por lo que los que saben me saludan en mi día que es el anterior, muchos ese día que es el que les aparece, y siempre algún colgado escribe el dos. Por lo que estoy siempre tres días agradeciendo saludos y recibiendo llamados por mi cumpleaños. Siempre viví la confusión de la gente, y los chistes como 'no naciste', 'estás en el limbo', o 'tan jodida hasta para nacer'”.

Ella no suele celebrar mucho sus cumples, "nomás los números redondos", pero este año asegura que tiene ganas de festejar: “Gracias a dios tengo mucha gente para celebrarlo, puede que lo haga con un grupo el 29 y otro el 1° de marzo”.