Sergio Massa logró un batacazo, una resurrección y, posiblemente, un nuevo orden político. Remontó las PASO y se dejó a mano la victoria en el ballotage con un aura más de milagro que de ciencia política porque lo logró siendo el ministro de una economía con 130 de inflación anual y un de un gobierno de Alberto Fernández reprobado. Ahí está su virtud: despegarse de todo eso, hasta de sí mismo, crearse un candidato biónico. 

Ni Cristina Fernández de Kirchner ni el Presidente figuraron en la campaña. Sólo el tigrense al mando, por eso muchas veces parecieron desfigurarse los bordes del mandato y simulaba ser el presidente de hecho.

“Si logró estos números con esta situación, es un buen candidato. De otra manera no lo hubiera logrado. Que la gente no haya asociado 140% de inflación con el ministro de Economía. Bueno, muestra que Massa es un buen candidato", reconoció Jorge Lanata en el programa Periodismo para Todos que jamás regala un piropo al peronismo. “Es el responsable directo de esta motivación, entusiasmo y instancia de crecimiento”, regaló el gobernador Omar Perotti.

X de Sergio Massa

Es decir, logró disociar la imagen de Unión por la Patria (UP) del Frente de Todos (FdT) que quedó desgastado y lleno de dedos en la cara. Sin derramar sangre, apenas diciendo que él no es el presidente, se creó su propio espacio. Se votó a la figura Massa, no al Gobierno. 

Por eso se apura en prometer un nuevo gobierno y episodio democrático distinto a la traumática gestión de Fernández, y de lo que podía venir. Ante el terror de la ingobernabilidad, las recetas sangrientas y posible la disolución nacional, devolvió capacidad de piloto. 

De paso, resucitó y ordenó un peronismo que parecía a la deriva con lo salvavidas puestos. Era la última ficha y vela prendida y el tigrense la supo cuidar del vendaval. De manejarse y levantarla solo a abrir la puerta y que entren todos.  

Ya no se queda sólo en el mano a mano con Javier Milei sino que aplica la lógica de dar un paso más allá, vender ya un futuro y un gobierno amplio de unidad nacional. Claro, con él adelante del resto, por eso subió sólo al escenario en su discurso. "La grieta se terminó", soltó en el escenario y de un plumazo intentó borrar más de una década de una lógica política que él mismo había alimentado en su momento. Massa, tan biónico.