Pasaron dos años pero a Anahí Salvatore la siguen llamando "la mujer de la ventana". Aquella imagen, la de una mujer de rizos oscuros asomada al vacío, se convirtió en uno de los símbolos de la tragedia de calle Salta. La foto, grabada a fuego en la memoria de los rosarinos, habla de una supervivencia colectiva. Anahí resistió el humo y el sofocante calor. Gritó y pidió ayuda para poder salir. Hizo su parte. Pero ese día, todos hicieron su parte: Daniel, su marido, la tranquilizó desde abajo con su tierna mirada. Llegó corriendo ni bien escuchó que había una escape de gas. Néstor, un rescatista, se subió a una escalera y se acercó lo más que pudo. Le alcanzó una botella de agua y le dijo que todo iba a salir bien. Y Andrés, un bombero con muchísimo oficio, le tendió su mano para poder salir de aquel infierno.

Andrés se apellida Lastorta. Tiene 43 años, está casado y es padre de tres chicos. Trabaja en Rosario, pero vive en Arroyo Seco. Es jefe del Grupo Especial de Rescate de Zapadores (GERZ) de los bomberos. Llegó un par de minutos después de la explosión y ya no abandonó el edificio de Salta 2141 hasta el último día, cuando se rescataron los últimos tres cuerpos. Llegó a trabajar 20 horas seguidas. Entró y salió de las "zonas rojas" (los recovecos más peligrosos) cientos de veces. Recuerda estar parado en medio de una "película de guerra". No pudo evitar la muerte, pero su nombre es sinónimo de vida.

"Es él, ése es quien me salvó, ese, quiero poder verlo para agradecerle", el grito retumbó las paredes de una de las habitaciones del Sanatorio Parque. Habían pasado pocos días de la explosión y Anahí hacía zapping aferrada al control remoto del televisor. En Canal 5 encontró el rostro de su ángel guardián. El reencuentro de Andrés y Anahí llegó semanas después, ni bien la mujer recibió el alta médica. Fue en la zona cero, en el lugar de la tragedia. Los medios de comunicación fueron testigo de aquel abrazo. “Si hoy estoy parada acá es gracias a tu trabajo y no tengo palabras de agradecimiento”, dijo ella. "Sólo hicimos nuestro trabajo", respondió él.   

La charla más emotiva ocurrió sin ninguna cámara de por medio. El 1 de septiembre de ese año, el municipio y la provincia homenajearon en el Monumento a la Bandera a los "héroes" de la tragedia. Andrés recibió su medalla. Anahí y su marido aplaudieron de pie en una de las escalinatas. Luego del evento, las dos familias se abrazaron. La foto está atesorada en la cuenta de facebook del bombero.  

Andrés agradece a Dios por no haber encontrado el cuerpo de ningún niño entre los escombros. A un departamento volvió cinco veces porque observó zoquetes y un cochecito. Quería convencerse de que no había un bebé. Pero hay desgarradoras postales que no olvidará jamás. No olvida a María Elías, la joven de 28 años con síndrome de Down que no sobrevivió. La encontró enterrada. A su lado, estaba acurrucado su perro, al que sí pudo salvar. 

Pasaron dos años pero Andrés y Anahí siguen en contacto. Cada uno con su vida y su rutina. Ella volvió a dedicarse a la óptica, su profesión. Él sigue con su traje de bombero, ayudando y colaborando con el prójimo. Jura que volvería a elegir el mismo oficio más allá de los espantos que observó aquella trágica mañana.