Llega fin de año y todo parece complicarse. Ir de un lugar a otro representa un ejercicio de paciencia: sabemos cuándo salimos, pero no tenemos idea de cuándo llegaremos. Todos quieren verse, festejar, decidir qué hacer en las fiestas de fin año, el verano, los chequeos médicos, exámenes, balances, informes...

El cierre del año laboral parece insinuar que termina un capítulo en nuestras vidas y que todo debe entrar en modo de revisión. Y esto incluye a nuestras emociones.

¿Cómo llegar a las Fiestas sin colapsar y disfrutar de un verano sereno?

Lo primero, es recordar que después del Año Nuevo, nuestra vida continúa. Y continúa sin cambios rotundos. Seguimos viviendo un día después del otro. La idea de que algo va a cambiar con el año que llega, nos llena de expectativa por lo que va a venir y eso se traduce en ansiedad. Reconocer que la continuidad no se interrumpe con el cambio del año es indispensable para empezar a modular la ansiedad y el estrés que se empiezan a generar cuando nos acercamos a fin de año.

Aprender a decir que no, nos puede ayudar a sentirnos más a gusto con nosotros mismos. Puede ser que nos sintamos presionados por algunas personas para salir y festejar antes de que termine el año. Tenemos que ser realistas y aceptar que no podemos estar en todas partes al mismo tiempo y que tampoco hace falta que nos dividamos entre amigos y familiares. Si concurrimos a todos los programas que se presentan en esta época del año, terminaremos por no tener tiempo para nosotros mismos y eso nos llevará a la frustración, la irritabilidad e incrementará el estrés.

Aunque parezca mentira, por más que estemos en el final del año, podemos leer un libro, escuchar música a solas, salir a caminar o disfrutar del aire libre. Es importante que salgamos de esa carrera desenfrenada hacia el último día del año.

Para evitar el estrés, tenemos que buscar un plan que realmente nos cierre para las Fiestas. Permitámonos evitar aquellos planes de Navidad y de Año Nuevo a los que concurriríamos únicamente por obligación. Estemos con aquellos con los que realmente queremos estar y tratemos de aceptarlos tal como son y de no entrar en conversaciones automáticas que a veces llevan a resultados desagradables. Esto requiere de un poco de atención de nuestra parte. Como en general, pasamos las fiestas con la familia, tenemos algunos vicios vinculares que pueden arruinar la noche. Tratemos de evitarlos y de concentrarnos en disfrutar. Una buena estrategia para esto es recordar que somos todos distintos y que las personas no tienen por qué cumplir con nuestras expectativas. Esto puede resultar liberador. Tampoco tendremos que hacernos cargo de las expectativas de los demás con respecto a nosotros.

No debemos dejar los hábitos saludables que ya tenemos. Salir a caminar, a correr, hacer ejercicio al aire libre, disfrutar de los deportes, reírnos, hidratarnos, comer chocolate, o verduras y frutas. Sigamos haciendo todas las cosas buenas que mantienen nuestro cuerpo y nuestra mente en buen estado. En especial, es importante que nos hidratemos. Tomar agua desde la mañana se torna indispensable cuando empieza el calor y, sobre todo, cuando los festejos incluyen brindis con bebidas alcohólicas que nos deshidratan. Sigamos prestándole atención a nuestro bienestar para que los festejos de fin de año sean un verdadero disfrute. Recordemos que nuestro cerebro requiere de una adecuada hidratación para que el desempeño cognitivo sea bueno y tomemos las decisiones correctas.

No tenemos que sentirnos presionados por los regalos y por el gasto que puedan significar. Vale recordar que para los que nos rodean, nuestra presencia es el mejor regalo. Es cierto que a veces, de todos modos, queremos hacer regalos porque para algunos, el intercambio es un ritual de las Fiestas de Fin de Año.

Si la economía no ayuda y queremos hacer regalos, lo mejor es planificar y adelantarnos en la compra. Hacer una lista de aquellos a los que queremos hacerle regalos nos permitirá buscar con tiempo y encontrar la mejor opción para cada uno y dentro de nuestro presupuesto. Otra opción, si tenemos tiempo, es hacer los regalos. Las personas suelen agradecer de manera muy especial cuando les regalamos algo hecho por nosotros. En estas ocasiones, la planificación nos ayudará a mantener la calma, incrementar el disfrute y a alejarnos del estrés.

La planificación tiene que tener en cuenta, aunque sea, un par de días de descanso. Si podemos tomarnos vacaciones, ¡adelante! Nada mejor para recuperar pilas y liberar la mente. Si no se puede, dos días de descanso serán suficientes. Es importante respetar la necesidad que tienen el cuerpo y la mente de restablecer el orden y el equilibrio. Necesitamos recuperarnos del bullicio de las fiestas. Dormir un poco más, comer sano y dejar las preocupaciones a un lado son maneras eficaces de ayudar al cerebro a eliminar toxinas y a pensar con claridad.

Por Gabriela González Alemán. Doctora en Genética del Comportamiento