La llegada del calor es sinónimo de mosquitos. La especie característica de Rosario y la región es el Cule, inofensiva para la salud del ser humano. Pero desde 1997, se registra la presencia del insecto transmisor del dengue, denominado Aedes Aegypti. El virus empezó a circular por primera vez con fuerza en 2009, cuando se registró un brote con 107 casos confirmados. En 2010 la cifra bajó a 10 para disminuir a uno durante todo el 2013. En 2014 y 2015 sólo se detectaron casos esporádicos, todos importados, es decir de rosarinos que contrajeron la enfermedad en otros puntos geográficos. El panorama, sin embargo, cambió radicalmente en 2016.

Es que el virus volvió a instalarse en todo el país provocando la peor epidemia de la historia, con una estimación de 75 mil casos (43 mil confirmados) repartidos en 15 jurisdicciones durante las primeras 30 semanas epidemiológicas, del primero de enero al 31 de julio. Santa Fe fue la cuarta provincia con más infectados, detrás de Misiones, Formosa y Buenos Aires.  

En 2009, Rosario tuvo 85 contagios autóctonos y 22 importados, según los registros oficiales. Los distritos sur y oeste fueron los más comprometidos, abarcando el 81% de los casos. Desde aquel entonces, la Municipalidad se propuso una intervención integrada y sostenida en el tiempo. La problemática del dengue quedó como un tema de agenda permanente en políticas de salud. 

La enfermedad se redujo significativamente en los años posteriores, a tal punto que en 2014 (3 casos) y 2015 (14) el virus no logró arraigarse en la ciudad. Los poquísimos contagios se produjeron fronteras para afuera, ya sea en otras provincias como en otros países de la región. De los 14 casos del año pasado, 13 se registraron en el distrito centro y el restante en un barrio del sudoeste. 

Las estadísticas marcan que el brote de este año golpeó a todas las zonas de Rosario. En los primeros siete meses, el Sistema Municipal de Epidemiología (SiME) recibió 1976 notificaciones de cuadros de síndrome febril con sospecha para dengue de residentes en la ciudad. De ese total, 1615 fueron confirmados, 1553 autóctonos y 62 importados. En la mayoría de los casos, el municipio corroboró la existencia del virus por nexo epidemiológico (lazos familiares y de residencia). En tanto que 578 pacientes necesitaron de un examen de laboratorio.

Al comparar las planillas de ambas epidemias (2009 y 2016), se advierte la magnitud del actual brote: 1508 más casos, lo que equivale un crecimiento de 1400%. La cifra mantiene en vilo al poder Ejecutivo local debido a que los huevos de los mosquitos infectados sobreviven a las temperaturas bajas del invierno, lo que eleva el riesgo de volver a tener un nuevo brote autóctono.

Descacharrar, la principal medida de prevención

La estimación de la secretaria de Salud es que los primeros casos podrían aparecer antes de fin de año debido a que ya hay casos confirmados en el norte de Argentina y en países vecinos como Brasil y Paraguay. La clave para contrarrestar la enfermedad pasa por "cambiar los hábitos domiciliarios". 

El mosquito Aedes Aegypti se propaga en el interior de las viviendas. Las hembras buscan recipientes artificiales pequeños (siempre en ambiente domiciliario), con agua quieta y a la sombra para depositar los huevos, entre 50 y 200 cada 72 horas. El mosquito adulto puede vivir hasta 30 días. 

Por tal motivo, la colaboración de los ciudadanos es crucial. Es primordial que los vecinos eliminen los criaderos de mosquitos, es decir, todos los recipientes que contienen o pueden acumular agua, tanto en el interior de las casas como en sus alrededores.

Las principales recomendaciones pasan por vaciar baldes y latas para no acumular agua, tapar todas las botellas, poner bajo techo las cubiertas de neumáticos, mantener tapados los tanques de agua y limpiar diariamente los bebederos de los animales. 

Las fuentes de agua y zanjas de espacio público no arrojaron resultados positivos durante los controles que la Municipalidad realizó durante todo el año, lo que obedece a que esta especie se reproduce en lugares oscuros (sombra) y en aguas estancadas limpias o semilimpias.

Baja mortalidad 

El mosquito Aedes Aegypti actúa como vector, es decir, como transmisor del virus productor de la enfermedad. El mosquito adquiere el virus al picar a una persona enferma. De esta manera, cada vez que pique a una persona, estará transmitiendo la enfermedad. Así continúa la cadena de propagación.

El virus del dengue tiene 4 cepas, solo una circula en Argentina, por lo que la posibilidad de contraer fronteras adentro lo que se conoce como dengue hemorrágico (infectarse por segunda vez con una cepa distinta a la primera) es muy baja. La detección oportuna y el acceso a la asistencia médica adecuada disminuyen las tasas de mortalidad por debajo del 1%. En el caso de dengue hemorrágico asciende a 15%.

En general, las personas que lo contraen se infectan con el virus tipo 1, llamado también dengue clásico, que reúne como signos principales intensos dolores de cabeza, retro-oculares (detrás de los ojos), articulares y musculares y, a veces, erupciones y pequeñas manchas en la piel. Todos estos síntomas se presentan sin complicaciones respiratorias y, sólo en contadas circunstancias, se producen sangrados.