Sol Acosta, la rastreadora municipal que dialogó con Rosarioplus.com, cuenta la historia de Gladys Funes, que falleció con coronavirus el 18 de septiembre. Explica luego -en lo que coinciden diversas fuentes del sector salud- que la detección mejoró luego de ponerse en práctica el sistema de testeos rápidos, con interacción de Nación, provincia y municipio. Pero el caso, acontecido a mediados de septiembre, refleja la dificultad para acceder a un hisopado y asistencia estatal mientras se iba llegando al pico de contagios, fundamentalmente de quienes no tienen obra social. Y confirma la necesidad de disminuir la circulación del virus, para distender al sistema sanitario. 

Al caso lo cuenta con crudeza Germán, uno de los dos hijos de la mencionada Gladys Funes, que envía cerca de la medianoche un audio de 6 minutos de WhatsApp explicando cómo se dio la muerte de su madre. El testimonio es largo, pero se transcribe completo para tener dimensión del drama, similar al que pasaron en este tiempo cientos de familias en la región. 

“El nueve de septiembre mi vieja me avisa que ya el día anterior había empezado con un poco de catarro. Me dijo que iba a llamar a la doctora de cabecera de PAMI para contarle los síntomas y que le de un medicamento, que le dio Amoxicilina Dúo. Pasaron dos días y sentía el cuerpo muy cansado y no tenía apetito, entonces dijimos con mi hermano vamos a empezar a llamar al 0800. Ahí probó ella, también nosotros. Y pasaban 45 minutos y no se podía hablar. Tengo guardados los audios de mi mamá, que me decía “Me tienen con la musiquita y no me atienden”. También probamos al 107 y nos decían que llamemos al 0800. Eso fue el 11 de septiembre. Cuando consigo hablar, les digo que mi vieja era hipertensa, que tenía diabetes grado 2, que tenía problemas de obesidad, que ya había tenido un preinfarto hace varios años, que era una persona de riesgo con 67 años y que vivía sola. “Bueno, déjame ver porque tengo todo saturado. El hisopado tarda tres días”. Y a los tres días, como no iban a hacerle el hisopado, que no sabíamos si era por la zona, que mi mamá vivía en el Fonavi de Mendoza y Donado, volvimos a llamar. Me repiten que el sistema está saturado, que hay que tener paciencia. Les repito que mi mamá era pacientes de riesgo y me contestan: ‘Yo te entiendo, pero así como tu mamá, hay un montón de gente’. Ahí empezó a hacer fiebre y también falta de olfato. Por eso yo le digo a la persona que me atendió en el 0800 si no podía ser que de tan nerviosa que estaba tuviera la sensación de haber perdido el olfato, que ya nos estábamos desesperando y qué podíamos hacer. Yo había avisado al trabajo y me habían dicho que hasta que no estuviera el hisopado, no fuera por las dudas. Intentamos hablar ahí al 139 opción 9, que es de PAMI. Al 107 también. Pero nos dijeron que si podía respirar normal, no lo podían tomar como una emergencia. ´¿Entonces qué hago, la llevo a un hospital?’, les pregunto. Me responden que mejor no, porque hay mucha gente en los hospitales y que encima si no lo tenía, se iba a contagiar. Hasta que el 17 de septiembre, vuelvo a llamar al 0800 y les aviso que estaba con 39,1 de fiebre. Les digo que no daba más mi mamá, que la tenía que llevar a un hospital. Y fuimos al Sanatorio Plaza. Al principio no la querían recibir y conseguimos que la acepten. Ahí le hacen el hisopado y la internan. Al otro día me llaman termprano para decirme que a las 4 de la mañana había fallecido, por un paro cardíaco. En el acta de defunción, no le pudieron poner que era positivo de Covid porque no estaba todavía el resultado. La velaron a cajón cerrado, por las dudas. Y el 20 me llama Sol, la rastreadora, a la que habían enviado el dato de mi mamá, para avisarme que era positivo. Fue horrible. A lo mejor si hubiese recibido asistencia antes, la historia hubiera sido otra. Cuando llegamos, nos dijeron que no tenía nada de oxígeno en sangre. Ahora pasó un poco más de un mes y estamos más tranquilos después de todo lo que sufrimos. Pero fueron varios días llamando por teléfono, al 0800, al 107, al 139 de PAMI. Y nadie nos daba bola. Tengo un montón de llamadas, desde el celular de mi esposa, del mío, de la casa de mi mamá. Yo entiendo que estaba saturado el sistema, pero ¿cómo hacíamos si encima nos decían que no tenemos que ir al hospital para no contagiar a nadie?”.