Pizza, empanadas, pastas, pan, alfajores y postres de chocolate eran y son parte de la oferta de los bufetes de las escuelas rosarinas. Sin embargo desde 2020 y tras la implementación de una ordenanza que obliga a las instituciones educativas a expender alimentos de calidad y no comida chatarra, se vieron algunos cambios, aunque falta mucho por hacer.

La norma que lleva la rúbrica del concejal demo progresista Aldo Pedro Poy determina que el Departamento Ejecutivo a través del Instituto del Alimento deberá ofrecer en forma gratuita el servicio de asesoramiento básico con el fin que los locales de expendio de comidas en establecimientos escolares se encuentren en condiciones de ofrecer tales menús. Asimismo se faculta al Ejecutivo a realizar convenios con universidades y/o el Colegio de Graduados en Nutrición para poder brindar asesoramiento.

En ese sentido, Alberto Arribas, nutricionista, especialista en niños, quien participó del programa Punto y Aparte en Si 98.9, dijo que hablar de alimentos saludables depende de la capacidad y relación que se tenga con ellos, aunque “hoy vivimos en un entorno que promueve la mala alimentación”, como es el caso de algunos kioscos escolares que “solo venden alimentos ultra procesados o en el caso de las viandas de los chicos que suelen ser poco nutritivas”.

“Cuando nosotros vemos un chico de 8 a 10 años, en plena edad escolar, sabemos que hay mucho para que se llegue a un hábito saludable y cuando hablamos de eso no solo hablamos de alimentación, también es todo lo que un niño o niña necesita en un entorno seguro como su vínculo con las horas de sueño, las emociones”, explicó y señaló que si eso no está en armonía “se genera la tormenta perfecta para que actualmente cuatro de cada diez niños tengas sobrepeso por mal nutrición”.

Entonces, a la hora de armar las viandas para los chicos en el colegio, Arribas aconsejó, también como una cuestión económica, comprar frutas de estación, las cuales tienen menos impacto ambiental. Además, entender que “hay muchas cuestiones detractoras que hace la publicidad dirigida a niños y familias que hacen creer que se tiene un buen alimento y que cuando se ven los nutrientes encontrás que un yogurt puede tener azucares similares que las que tiene una bebida azucarada, cuando la percepción de ese producto es de calidad”.

“Uno puede poner en la lonchera un bizcochuelo, que está hecho con bastante azúcar, pero es casero y no tiene conservantes. Lo que tenemos que entender es cuánto sirvo de ese bizcochuelo en la lonchera y si eso va a ser para reemplazar el desayuno de la mañana o es para una colación que tiene que ver con una acción más lúdica y no tiene que ver con regular el hambre saciedad de los niños y niñas, estamos obligando a comer, pareciera que sin un chico no come en el recreo se va a desmayar y sin el niño desayuna, el proceso de intervalo de una comida a la otra se da normalmente y tiene combustible”, marcó el especialista.

Arribas aseguró luego que volver a la comida casera es el camino correcto, complementado con alimentos frescos, si es posible libre de gluten y contaminación.

La ordenanza de Poy y su implementación  

“Ojalá que todas les leyes y ordenanzas estén para ser cumplidas”, manifestó el nutricionista quien precisó al respecto que argentina “tiene muchas leyes de kioscos escolares que después no se aplican ni se controlan”. En tanto las escuelas “hacen lo que pueden y su rol no es dar de comer y entender que debemos hacer a la alimentación simple en un mundo complejo”. Y hacer simple es “volver a las fuentes, como el arroz con verduras”.