La directora del Hospital Provincial, Teresita Ghío, dijo en radio Sí 98.9 que se llegó a ese escenario tan temido de tener que elegir entre qué paciente priorizar su atención en terapia intensiva. En este contexto, apoyó el planteo de la comunidad médica de pedir un cierre total de actividades por dos semanas para descomprimir la saturación del sistema de salud y poder garantizar la atención.

"Había tres respiradores en la guardia, pero una sola cama en terapia, así que hubo que elegir a quien pasar a terapia. Pero que quede claro que los otros pacientes quedaron en la guardia con su respirador. Acá todavía no quedó nadie sin atender", señaló la profesional médica. 

Ghío explicó el criterio por protocolo que se sigue para decidir prioridades de internación. "Se decide según la edad que tiene, el pronóstico, cómo están los parámetros vitales, y el que está más descompensado, que tiene más requerimiento o de oxígeno u otras prácticas va a terapia", dijo.

La autoridad hospitalaria atribuyó esta escalada de contagios al descontrol de las reuniones sociales que propició el clásico de fútbol entre Central y Newell's. 

"Esto que vivimos hoy es producto del famoso clásico, con los banderazos y los festejos, y el contagio está. Tenemos todo ocupado y hasta dentro de 10 días no habrá posibilidades porque los pacientes demoran más en terapia. Por eso quisiéramos que por diez o quince días más se cierre todo como para tener un respiro y poder seguir atendiendo las personas", sintetizó.

En esta línea, Ghío abonó el planteo que detenta la ministra de Salud, Sonia Martorano. "En la medida en que no deje de circular gente, el virus no dejará de circular y la contagiosidad seguirá aumentando".

La situación se complica, además, por el perfil de la mayoría de los pacientes hoy: de entre 30 y 40 años, con menos incidencia de comorbilidades, y eso hace que ocupen por más tiempo las camas de terapia intensiva. Para los médicos, esta nueva situación los lleva a una inquietante reflexión: "Enfrentarse a esa persona que tiene tal vez la misma edad de una hace pensar a que, bueno, yo estoy atendiendo a alguien pero en unos días pueden estar atendiendo a mí", se sinceró la directora del hospital Provincial. 

Y contó además el choque emocional y psicológico que representa para el personal de salud alternar la vida privada con el trabajo cotidiano:

"De todo el ruido que sentís en la calle, acá en terapia es un silencio mortal, nadie habla, se escucha solamente las alarmas de monitores, de las bombas que pasan los medicamentos, el personal se mira y se entiende con la mirada. Cuando se sale de ese espacio, volver a comunicarse con compañeros, la familia, es muy duro. No se puede cambiar el chip tan rápido de estar ante la muerte de 12 o 14 personas y de pronto disfrutar con nuestra familia", describió.

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