Una encuesta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) reveló que el 39% de los profesionales consultados dejará o piensa en retirarse de la especialidad cuando el mundo logre superar la crisis sanitaria. Los motivos son varios y no siempre tienen que ver con la enfermedad sino principalmente con las condiciones en las que deben enfrentarla, según reveló la encuesta de la que participaron 138 UTIs, con un total de 2858 camas de todo el país.

La secretaria general de Asociación de Médicos de la República Argentina (Amra) en la provincia de Santa Fe, Sandra Maiorana, dialogó con el programa Punto y aparte en Sí 98.9, sobre las malas condiciones en la que prestan servicio los trabajadores de esta especialidad y reveló allí este estudio. Según precisó, los datos de la encuesta son elocuentes, pero este es un problema de larga data que con la pandemia logró visibilidad y se agravó notablemente.  

La crisis de esta especialidad médica es tal que desde hace mucho tiempo, cuando se rinde para los cargos de residencia, muchas veces no se logran cubrir por falta de postulantes, ya sea en terapia de adultos como pediátrica, aseguró la médica a cargo del sindicato.

Más allá del alto grado de responsabilidad, estos profesionales están muy mal remunerados, son monotributistas o directamente están en negro. En estas condiciones de trabajo, para llegar a un salario honroso, un médico terapista debe hacer un promedio de doce guardias mensuales -de 24 horas- que incluyen los fines de semana y al menos trabajar en dos nosocomios a la vez. Parece implicar no tener una vida convencional, donde, por ejemplo, poder gozar en plenitud de la crianza de sus hijos y del esparcimiento.   

Vale decir que estas paupérrimas condiciones de trabajo, sumada la pandemia, generaron un cóctel catastrófico para el sector. Muchos médicos se enfermaron no solo de covid, también de enfermedades psiquiátricas. Otros murieron poniendo el cuerpo a la crisis sanitaria. Como el caso del terapista chaqueño Miguel Duré que, sin tener elementos de protección en bioseguridad, eligió atender igual a dos pacientes, situación que le costó la vida en el principio de la primera ola.   

“El terapista con la pandemia quedó más expuesto que nunca, pero el stress es en todo el personal que trabaja en salud. Nosotros tenemos un WhatsApp, donde están todos los delegados, antes lo usábamos para temas gremiales, pero ahora se convirtió en una cadena de oración permanente por todos los enfermos y muertos que tenemos”, lamentó la gremialista.

“Realmente, mi gente, cuando ve que se sale a festejar y ellos ni siquiera ven a su familias para protegerlos, además que no se paró de trabajar, y ni siquiera pueden tener cinco días de vacaciones, dicen para qué estoy haciendo esto, qué sentido tiene”, se preguntó después.    

Los datos del estudio

El sondeo reveló que el 61% de los encuestados no tiene previsto cambiar la especialidad de Terapia Intensiva después de la pandemia; el 9% piensa dejarla, y el 30% que evalúa hacerlo. Entre los que ya lo tienen decidido y los que evalúan cambiar de especialidad suman 39% y los motivan principalmente los bajos salarios, con el 95% de las respuestas.

Pero los profesionales al frente de las UTIs también advierten entre las causas el bajo reconocimiento y el agotamiento, ambas en el 76% de los casos. Les siguen la necesidad de pasar más tiempo con la familia, 67%, y malas condiciones laborales y mala representación, ambas con el 47%.

Según la SATI el hecho de que “cerca de la mitad de los especialistas luego de la pandemia piensan o refieren dejar la especialidad” se debe “mayormente a bajos salarios y bajo reconocimiento de una especialidad, que es muy exigente y que está poco representada”.

Aquí el audio de la nota. 

24 - 07 - 2021 - SANDRA MAIORANA - PUNTO Y APARTE by Sí 989