Un fuerte debate abrió la aprobación de Argentina para avanzar con la siembra de trigo genéticamente modificado para tolerar la sequía, conocido como HB4. El tema fue abordado por productores, exportadores e incluso por funcionarios nacionales. La semana pasada el Gobierno autorizó la siembra del mismo y su posterior cosecha, para que luego esos granos puedan ser molidos para hacer harina.

En este contexto, Martín Montiel, integrante de la Red de Comercio Justo del Litoral y productor de harina integral agroecológica en la zona de Piñero advirtió al aire de SÍ98.9 que en cuanto a otros cultivos transgénicos ya hay hechos consumados por lo cual “habría que preguntarse las causas y las consecuencias”  ya que el HB4  “es un ensayo que tiene muchos años “.

Según Montiel, este proyecto se aprobó en 2020 y ante eso se llevaron a cabo varias protestas el año pasado denominadas “panazos”, en repudio a una política de profundización de un modelo de agronegocios que termina “envenenando y empobreciendo”.     

Para graficar esa situación se retrotrajo a mediados de los '90, cuando ingresó la soja transgénica con la “esperanza” que sacaría al país de la pobreza cuando no fue así, más bien profundizó las desigualdades y convirtió al campo en un lugar para pocos. “A 30 años de ese evento transgénico duplicamos la pobreza, evidentemente eso fue todo una falacia, estos eventos están pensados para reproducir dinero”, señaló el productor en comunicación con el programa Muy rico todo y argumentó luego que se “busca profundizar el modelo para generar agrodólares”.

Dentro de este marco, Montiel lamentó que sean los recursos del Estado lo que se pongan al servicio de estos proyectos que benefician a un puñado de empresas privadas extrajeras. “Nadie está en desacuerdo con el desarrollo científico, el tema es para quién y con qué objetivos”, subrayó y advirtió que este modelo no cierra.

En cuanto a cómo es el procedimiento de estas semillas explicó el asambleísta que se les introduce un gen del girasol, que provoca un trigo resistente a las sequías y expresó, “muy lejos de pensar cómo salir de la crisis climática, con estos eventos transgénicos, se lo profundiza”.  

“Con esto no se está pensando en la mesa de los argentinos y que se asegure un alimento de una calidad determinada “, indicó y defendió la producción convencional señalando que el trigo suele tener buenos rindes sin necesidad de sumar este tipo de paquetes tecnológicos.

La decisión del Gobierno desoye el reclamo de cientos de organizaciones sociales y campesinas y de miles de científicos que exigieron detener el avance de este transgénico. Denuncian la falta de transparencia en el procedimiento de aprobación del trigo HB4, la contaminación que producirá sobre otros trigos no transgénicos y el aumento del uso de agrotóxicos que supondrá su cultivo.

La aprobación también va a contramano de las medidas solicitadas por la Fiscalía Federal y la Defensoría Pública Oficial, que pidieron al Poder Judicial suspenderla de inmediato. Advierten que el mecanismo por el cual se autorizó el transgénico viola la Ley General del Ambiente y el artículo 41 de la Constitución Nacional, entre otras normas de protección de la salud y el ambiente.

La empresa Bioceres desarrolló el trigo transgénico en sociedad con la científica Raquel Chan, del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral. La académica rechaza los argumentos que alertan (como consecuencia de su transgénico) de más desmontes, desalojos campesinos-indígenas y mayor uso de agrotóxicos, entre otros aspectos negativos.

Bioceres, que cotiza en la Bolsa de Nueva York, cuenta entre sus accionistas a los millonarios Gustavo Grobocopatel y Hugo Sigman.

Audio de la nota completa.

#MuyRicoTodo - Martín Montiel by Sí 989