Ante la bajante histórica que registra el río Paraná, la Cátedra del Agua de la Universidad Nacional de Rosario pidió una utilización “racional, responsable y solidaria” del recurso, teniendo en cuenta que esta situación coincide con la pandemia por COVID-19 que demanda, como nunca, el uso de agua y jabón como principal medida de prevención para evitar el contagio por coronavirus.

Aníbal Faccendini, a cargo de la Cátedra que impulsó y logró la sanción del Derecho de Jarras, expuso al aire de Si 989 que la crisis hídrica superaría el mes de septiembre y podría extenderse hasta el final de este año.

El especialista explicó que además de las escasas lluvias que agudizan el problema de la bajante, existen tres incidencias, por un lado la afectación a la comunidad ictícola del río, en segundo lugar las dificultades de captación de agua para potabilizar y por último los impedimentos que provoca esta situación poco frecuente en el flujo económico comercial de una de las vías navegables más importantes del mundo.   

“Evidentemente todo esta cuestión se agrava con la sequía, además con la posibilidad de incendios, en su génesis producidos por el hombre, ante tanta sequedad y escases de agua, cuando se producen se potencian. Estos sucesos marcan una situación preocupante que nos tiene que llevar a un consumo responsable y equitativo del agua”, advirtió el destacado especialista.

En cuanto a lo que se puede hacer en este momento tan crítico, Faccendini invitó a la ciudadanía a tomar conciencia que el agua es un bien escaso. En esa reflexión llamó a cuidar, respetar y amar a este recurso básico y necesario para todo desarrollo de vida.

Faccendini dijo que si bajáramos el consumo de 400 litros por día a 200 podríamos lograr de pasar 146 mil litros anuales a 73 mil. Para graficar su teoría utilizó como ejemplo a un edificio de diez pisos con siete departamentos por piso, cada uno de ellos habitado por 4 personas, la suma daría 280 habitantes que consumirían 40 millones de litros de agua al año. Y se lleva el consumo a la mitad se podría lograr bajar a 20 millones de litros.

Por otro lado, si bien atribuyó el problema a las escasas precipitaciones, dijo que existen otros fenómenos llamados efectos secundarizados, entre ellos la deforestación que afecta los ciclos hidrológicos y la gran cantidad de represas que se construyeron sobre el cauce del Paraná, sobre todo en territorio brasilero donde hay más de 40. “Algunos podrán plantear que la incidencia es relativa, pero en realidad acá en el Río de la Plata tendría que tener una análisis del impacto negativo”, añadió.    

“Tantas hidroeléctricas en el sur brasilero no coadyuvan al ecosistema hidrológico. Esas son cuestiones que se podrían haber dicho y trabajado de otra manera. Este capítulo ambiental del Tratado del Río de la Plata está en deuda, si no, no se hubiesen construido tantas represas en ese espacio y que responden en un 85 por ciento a la energía que consume la industria brasilera”, explicó el catedrático.

HDR - Aníbal Faccendini by Sí 989