La bajante llega a un límite histórico, solo empardable con lo que hizo la sequía de 1944. Hoy el río acusa una altura negativa: -0.30, y es casi medio metro menos que la semana pasada. 

El bajo nivel del río pone en riesgo la navegabilidad de la hidrovía, al menos en lo que respecta a buques de altamar. Pero también causa trastornos a toda la comunidad náutica. Los clubes de la costa acusan tener sus caletas resecas, y las embarcaciones de sus socios varadas sobre el barro.

El agua se retiró tanto que hasta dificulta las clases de kayaks y optimist.