El barrio La Lagunita, el último de Rosario hacia el sudoeste, también parece estar entre los últimos de la agenda estatal. Lo demuestran sus vecinas en este viernes de temperatura infernal, caminando una decena de cuadras con bidones y baldes en busca de agua potable. Rosario, provincia de Santa Fe, enero de 2022.

La calle Campbell al fondo marca el confín de un barrio construido con dúplex calcados uno de otro, por algún plan habitacional, y el pavimento lo deslinda del caserío arracimado de chapas y cartones que aguante enfrente.

Pero en ninguno de los dos lados de la calle sale una sola gota de agua desde hace varios días.

No es el único calvario: se agrega el amontonamiento de basura en un contenedor tan olvidado como el barrio, en Campbell y Espinosa. El camión recolector pasa una sola vez por semana, y mientras tanto los residuos se acumulan con todas las consecuencias que ello acarrea.

"Estamos sin agua, es impresionante. Hace poco que vine acá, no sale nada. A la tardecita o noche la gente sale con bidones a buscar porque acá no sale nada", contó Natalia, una de las nuevas vecinas del barrio. 

La rutina forzosa las pone a las mujeres y a los niños a caminar cada atardecer hacia Rouillón o hacia bulevar Seguí, a golpear la puerta de algún vecino solidario que les llene el bidón, hasta el otro día. 

"Son las 9 y media y yo todavía no pude lavarme los dientes, ni tomar mate. No se puede vivir sin agua. Es un derecho, pero acá parece que es un lujo", protestó Sol al aire por Sí 98.9.

"Encima tenemos ese contenedor de basura que vienen a juntarla una vez por semana. La basura queda desparramada en toda la esquina. No sabemos cómo hacer para que la gente entienda que no debe tirar ahí", acotó Natalia.