La Cuenca del Paraná es un sistema complejo de represas, humedales, planicies aluviales, lagunas, delta. De mucha extensión territorial, abarca ciudades de Brasil, Argentina y Uruguay. Esta semana volvió sus valores menores a cero a la altura de Rosario en el marco de la prolongada bajante que, según afirman algunos especialistas, no hay dato histórico comparable. Este lunes al mediodía, la altura del río computó quince centímetros por debajo de la escala que se utiliza para calcular su profundidad en la costa del puerto local.

Jorge Bártoli, integrante de la organización ecologista El Paraná No se Toca, aseguró a RosarioPlus.com que hablar de la bajante y aportar nuevos datos “a esta altura del partido es un tanto difícil”, porque el escenario es más de lo mismo pero peor. “Cuando decimos más de lo mismo es que estamos ante una bajante que no es igual a la de 1944, que se toma como referencia o menciona el Instituto Nacional del Agua (INA), fue una bajante mucho más pronunciada en cuanto a los mínimos que alcanzó el río, pero fue mucho más corta en el tiempo”, explicó y aclaró luego que en ese momento el escenario de la cuenca era absolutamente diferente al de hoy.

“Cuando hablamos de escenarios diferente sostenemos que la carga poblacional, la intervención de la cuenca con las represas, sobre todo en la parte alta del Paraná, después la gran variable que es la desforestación y los cambios de uso del suelo son lo que llevan a este fenómeno. Lo de comparar con la bajante de 1944 es solamente anecdótico”  añadió el ambientalista, contrario a lo que sostiene el INA.

Concretamente la bajante actual, prolongada en el tiempo, para Bártoli, “no tiene miras de revertirse” y, para el ecologista, “ni siquiera el INA tiene una idea aproximada de cuándo van a recuperarse las alturas normales”. Además sostuvo enfáticamente que a los efectos ambientales esta situación “es una verdadera catástrofe ambiental”.

Estas mediciones recientes se suman a la difícil situación que vive el río desde el invierno del 2020 con sus consecuencias colaterales, que el escenario actual y la coyuntura vuelven a complicar a las poblaciones costeras con la provisión de agua dulce para potabilizar. De acuerdo a los registros elaborados por la Prefectura Naval Argentina, este lunes al mediodía, el río bajo su caudal a -0,15 metros en el puerto de Rosario. El último cotejo, de este mismo lunes por la madrugada, había sido de un milímetro por encima del cero. Asimismo, el domingo, el Paraná medía 16 centímetros en la terminal fluvial local.

“Los rosarinos no encontramos con algunos problemas en este sentido que todavía no son graves pero si desconocidos, nunca vivimos algo así en las últimas décadas, y agravado porque es verano cuando está el pico de consumo de agua. Para ver esto no tenemos que ir muy lejos, en Victoria hay emergencia hídrica porque las tomas de agua se tuvieron que reformar, están en una situación crítica”, señaló Bártoli en ese sentido.  

Aníbal Faccendini, director de la Cátedra Libre del Agua, sumó su mirada sobre el tema en contacto con este medio y agregó desde su experiencia que esta situación le resulta “inquietante” por lo cual pidió cuidar el consumo de agua potable por parte de quienes viven en las ciudades a la vera del río Paraná.  Según informó, la planta potabilizadora de la ciudad de Rosario genera 600 millones de litros diarios del preciado líquido.

En cuanto a las consecuencias de la bajante precisó que se debe pensar que los pronósticos sobre la carga hídrica necesaria para el río Paraná “no tienen una exactitud matemática, sino que están influenciados y tienen una incidencia de alto nivel de incertidumbre en cuanto a lo que son los factores climáticos”.

En ese sentido alegó que la inexactitud de estos pronósticos se vio reflejada a fines de 2020, como sucede hoy también, donde “la bajante va a seguir”. Entre julio y septiembre, los peores meses de la presente bajante, el Paraná permaneció varias veces en alturas negativas de la graduación del hidrómetro del puerto de Rosario. La última de esas comprobaciones extremas se dio durante el primer día del mes de septiembre cuando el río atribuyó 29 centímetros por debajo del cero. El contexto hoy es ajeno a como el rio debería estar en esta altura del año. De acuerdo a los registros del INA, desde 1996 la altura media del Paraná se mantiene en 3,14 metros; mientras que el límite de aguas bajas es de 2,40.

Los pronósticos del INA no son muy alentadores y, en coincidencia con otros especialistas, aseguraron que se podría especular que el río vuelva a bajar un poco más durante este 2022. Desde dicho instituto argumentaron que no hay vistas de cambio sobre lo que se viene viendo desde marzo del año pasado, por lo cual “no hay motivos para ser optimista”.

Que el Paraná vuelva a sus caudales normales “dependerá de dónde se den las lluvias y cómo se su frecuencia, de manera que el patrón de precipitaciones sobre la alta cuenca del Paraná, la alta cuenca del Paraguay y la alta cuenca del río Iguazú se vaya normalizando”.

Sobre esto retomó Bártoli y agregó que una vez que esto suceda, aunque lo ve muy difícil, habrá que esperar que la condición de humedad de suelos se vaya normalizando y a partir de ese momento se podría comenzar a avizorar que los afluentes menores del Paraná aportarán un caudal mayor y así  ir creciendo.

El ecologista avizoró que si esto no sucede pronto está en juego gran parte de la fauna ictícola, la consecuencia mayor, la extinción del sábalo, uno de los peces fundamentales en la cadena alimentaria del río, que sus alevines, como los de otras especies comienzan su clico de vida en los riachos de los humedales.    

También puso el acento en que se acrecentaron los problemas de incendios en las islas, ya que en otras situaciones el agua funcionaba como cortafuego natural; hoy crece a raudales la frontera agropecuaria y la zona del humedal está poblada por miles de cabezas de ganado vacuno, por eso pidió además que la política tome seriamente este tema y se pueda tener en corto plazo una Ley de Humedales.