Hace exactamente 202 años, el Congreso de Tucumán declaraba la independencia de "las Provincias Unidas en Sud América", como reza el Acta (de esto hablamos hace ya un año). Pero el Congreso no solo tenía la misión de declarar la independencia sino que además debía decidir respecto a la forma de gobierno que debía adoptarse en esta región. En este punto, Belgrano (de quien también hablamos bastante) arrojó una original idea. 

Existían sobre el paño dos formas de gobierno a elegir: la forma monárquica, es decir, con un Rey a la cabeza que lo gobernara todo, y la republicana, esto es, una forma  que en esencia es la que tenemos actualmente, con una división de poderes que evita que una sola persona tenga todo el poder. 

El creador de la bandera (que no participó en este Congreso pero que fue consultado por los congresales debido a la importancia de su opinión, no traía buenas noticias de su gira por Europa: allá ya no eramos novedad y no les importaba nuestra independencia.

En 1810 habíamos sido vanguardia, eramos los locos del sur que rompieron vínculo con sus colonizadores pero seis años después, al ver que no íbamos ni para atrás ni para adelante, perdimos rating. Además, avisaba, que la idea de moda en el viejo continente era "monarquizar todo". Estábamos solos, no le importabamos a nadie y la forma de gobierno que se presentaba como la más conveniente era aquella de la cual nos habíamos librado en 1810. 

La idea de la República era tentadora y rupturista. A los muchachos liderados por Washington les había resultado y por eso Estados Unidos se transformó en la primera república moderna. Los yankis rompieron el molde, organizaron una República y que ni les hablaran de reyes. Acá estábamos en otra, más de 300 años de sometimiento a la figura del Rey y las ganas de congraciarnos con las naciones europeas, hacía pensar que no podría funcionar otro sistema que no fuera una monarquía. 

Entonces en las sesiones tucumanas apareció la idea de una "monarquía temperada", es decir, ni muy muy ni tan tan, que hubiese un Rey pero que ese Rey gobernara en consonancia con un Parlamento o Congreso, al mejor estilo inglés. 

Ok, monarquía temperada, ¿y a quién coronamos? Algunos apoyaban la idea de entregar todo a Francia (que fuera la Casa de Orleans la que tomara el poder), otros buscaron a coronar al Duque de Lucca, un noble que mezclaba en su sangre a la realeza española y francesa cuya experiencia para reinar podía discutirse si tenemos en cuenta que tenía...17 años. 

Belgrano, siempre un distinto, propuso algo un poco más osado: coronar como Rey a un Inca. La idea de Manuel (a quien más de uno lo miró a ceja levantada y ceño fruncido) era hacer justicia con la dinastía a la cual la conquista española le había arrebatado el poder.

Muchos diputados apoyaron la propuesta (algunos más por no contradecir a alguien como Belgrano que porque le cerrara la idea) y hubo quienes se cebaron y propusieron que la capital de las Provincias Unidas del Sur estuviera en la ciudad peruana de Cuzco; hubo aquellos que apoyaron la idea de una monarquía inca pero con capital en Buenos Aires y estaban quienes consideraban mejor la idea de una República pero que lo de la monarquía Inca sería más rápido, simple y justo. 

Por supuesto estuvieron aquellos que casi se desmayan al escuchar semejante propuesta. "Nos quedamos atónitos por lo ridículo y extravagante de la idea", contó tiempo después el representante de Buenos Aires, pero "tuvimos por entonces que callar y disimular el sumo desprecio con que mirábamos tal pensamiento, quedando al mismo tiempo admirados de que hubiese salido de boca del general Belgrano". ¿Quién sería el candidato a ser el Rey? Él último inca vivo por aquel entonces: Juan Bautista Túpac Amaru. 

Los indignados estaban en hervor. No querían ser gobernados por, en sus propias palabras, un "miembro de la casta de los chocolates" (racismo eufémenico, por supuesto), pero aún así quienes estaban en contra, votaron a favor de esta particular monarquía por considerar que el momento necesitaba acción antes que discusión. 

Se procedió entonces a la votación y ganó la afirmativa por el Rey Inca. Estaba todo encaminado, claro y acordado. Pero la argentinidad y eso que tenemos de dejar algunas cosas a medias, pudo más. ¿Que pasó en definitiva? Bueno... ¿supo usted de algún Inca coronado alguna vez como Rey de las Provincias Unidas del Sur? Yo tampoco... 

(*) Abogado. Integrante de la Cátedra de Historia Constitucional Argentina, Facultad de Derecho, UNR