Desde antes de que asumiera el nuevo gobierno, apenas fueron conociéndose las primeras medidas económicas, se inició un cambio en la tendencia inflacionaria. Durante todo el año 2015 la inflación estuvo descendiendo de a poco con respecto a los años anteriores, pero desde diciembre pasado y hasta la actualidad, la realidad cambió drásticamente: casi 18% de inflación en 4 meses, los valores más altos en más de una década. Una seguidilla de decisiones desde el más alto nivel estatal dio lugar a que variados sectores económicos pudieran recomponer sus ganancias de manera muy rápida.

En el pasado reciente los aumentos de precios fueron recurrentes, aunque moderados en términos históricos, muy alejados de los valores de la inflación de las décadas de 1970 y 1980. Al mismo tiempo, se estableció un calendario anual de discusiones paritarias: los trabajadores organizados pudieron encontrar la forma de aumentar sus ingresos a la par de la inflación y, por momentos, superarla. Aquellos que no firmaban paritarias, empleados de manera irregular, cuentapropistas o pequeños comerciantes, habían logrado también que sus ingresos acompañaran a la inflación, porque el efecto de las paritarias tiene un alcance indirecto que se traslada al resto de la sociedad. En definitiva, la inflación había dejado de ser un problema angustiante porque la recomposición de los salarios lograba establecer una paridad a lo largo del tiempo con los precios.

Hoy podemos ver que varias de las principales negociaciones paritarias del país se encuentran estancadas o, al menos, dilatadas en el tiempo. Se acercan días de huelgas de docentes y de bancarios, que parecen ser sólo el preámbulo de otras. Las ofertas de aumento son mínimas y la extorsión del desempleo efectuada por Prat Gay a inicios de año ya es una realidad efectiva.

Estas dilaciones se deben, en parte, a que es un secreto a voces que el Ministerio de Trabajo no quiere homologar ningún acuerdo por encima de 30% y en parte a que cada día que pasa sin que se arregle una negociación, las patronales siguen ganando. Es una cuestión de tiempos: los precios ya aumentaron, pero los sueldos todavía no. Sólo se dieron desde el estado algunas compensaciones que tampoco alcanzan. Cuando se cierren las paritarias, compensarán en parte los ingresos a futuro, pero no devolverán lo perdido en estos meses. A esto hay que agregar otro dato que no debe olvidarse: que existe un gran número de trabajadores que no tienen paritarias y que verán aumentar sus ingresos, de a poco, incluso después de que pasen todas las paritarias. ¿Julio? ¿Agosto? ¿Cuándo llegarán esos aumentos?

Finalmente, tomemos una medida real: como la inflación en los últimos meses fue del 18%, podemos decir que esto es casi un quinto del ingreso de las personas. El sueldo que antes alcanzaba para 31 días, hoy alcanza apenas para 26. Cada día que pasa sin que se cierren las paritarias, es otro día en el que a nuestro salario le están faltando cinco días para llegar a fin de mes.