La caída del presupuesto nacional en Diputados, no es una buena noticia para nadie. No lo es para la oposición que demostró que tiene votos pero no líderes ni conducción -y en parte lo que pasó es que no pudieron ponerse de acuerdo entre ellos y no sólo con el gobierno-; y desde ya no lo es tampoco para el oficialismo que no terminó de acomodarse al escenario de no tener mayoría en las cámaras. Menos lo es para Santa Fe, y los gobernadores en general, que habían acordado obras y financiamientos varios en las previsiones nacionales de 2022. Por si no había quedado claro el sábado Sergio Massa les comunicó a todos los mandatarios provinciales que vayan tomando los recaudos necesarios porque no contarán con todas las partidas que creían aseguradas.

No fue una buena noticia para el socialismo de Santa Fe cuyos dos diputados (Mónica Fein y Enrique Estévez) fueron duramente criticados por la corriente interna BASES que lidera Eduardo Di Pollina que les recordó en un comunicado que habían roto “una tradición del partido” y que además habían votado “junto con la derecha” para rechazar el presupuesto nacional.

Tampoco debe haber sido cómodo para el intendente de Rosario Pablo Javkin y el rector de la Universidad Nacional de Rosario Franco Bartolacci, que recibieron con gran regocijo radical a Facundo Manes que con su voto en rechazo del presupuesto también ayudó a dejar sin financiamientos varios a la propia UNR.

En el caso de la provincia de Santa Fe, los funcionarios de Omar Perotti hicieron la cuenta rápido: queda en suspenso el financiamiento para el puente Santo Tomé-Santa Fe y las obras del acueducto San Javier-Tostado-Villa Minetti. Además, por supuesto, de los 132 mil millones de pesos que acababan de acordase para que Nación salde la deuda histórica con esta provincia. Claro que deberá cumplir con el fallo de la Corte Suprema, pero los tiempos y la manera más que nunca serán muy conversados.

Pero también hay que decir que la caída del Presupuesto nacional implica un nuevo fracaso de la política. No porque el país vaya a tener problemas para funcionar, aunque sí complica las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional; sino porque deja en evidencia que ni siquiera hay espacio hoy para respetar las tradiciones: el Presupuesto es una prerrogativa del Ejecutivo que la oposición discute en algunos puntos, pero raramente lo rechaza de plano. Es una iniciativa compleja que tiene muchos tecnicismos. En el pasado reciente, los que hablaban en el recinto sobre el tema eran los diputados entendidos en la materia y que ya habían estudiado el asunto en las comisiones respectivas. Pero la sesión donde fueron rechazadas las previsiones para el 2022 fue un carnaval. Hablaba cualquiera y a los gritos e insultos, y además salían permanentemente del recinto para informar a la prensa de una postura o la otra y adjudicar responsabilidades por el fracaso del proyecto.

Pero otra cuestión que reflejó la votación ese día es la configuración de la previa para el 2023. Una disputa entre un Frente de Todos desgastado por la gestión y otro frente como Juntos por el Cambio que no tiene liderazgos claros, ni proyectos que vayan más allá del rechazo a las propuestas oficiales y la evasión de la responsabilidad que tuvieron en los cuatro años de su gobierno.

Pero esa configuración política futura también rige para la provincia. Estos días comenzó el necesario distanciamiento que Javkin deberá tener con el gobernador Omar Perotti tras la pletórica relación de estos dos años, fruto de necesidades mutuas y hasta de adversarios comunes. La seguridad es un tema que el intendente empezó a reclamar para que las quejas de la ciudadanía lo corran un poco del centro de las responsabilidades, y ahora le toca al presupuesto provincial.

El intendente de Rosario se quejó porque no fue consultado para la previsión de gastos del año próximo que ya tiene media sanción del Senado provincial donde parece que algunos acuerdos de paz dentro del peronismo están prosperando. Javkin dijo públicamente que “parece que con algunos se habla cuando las cosas se ponen difíciles y con otros cuando se trata de partidas presupuestarias”, dijo criticando al gobernador sin nombrarlo.

Puntualmente cerca del intendente dicen que el presupuesto que contempla gastos por 850 mil millones de pesos, una inflación del 33% y un dólar a 131,10 pesos; no habla claramente de la actualización del financiamiento para la salud y que además limita las posibilidades de endeudamiento del municipio al poner un tope para ese rubro, entre otras quejas varias.

Habrá que ver si la sangre llega al río y Javkin ejerce alguna presión sobre los diputados provinciales opositores para que introduzcan algunos cambios o si directamente lo negocia con el gobernador. Lo que sí está claro es que el intendente de Rosario necesita empezar a mostrar su perfil y su identidad política de cara a los próximos dos años.