El gobierno no va a cambiar. No hay ningún indicador que señale alguna dirección distinta a la que se siguió hasta ahora en el derrotero de este “exitoso” camino según lo marcó el ministro Nicolás Dujovne con toda crudeza: “Nunca un gobierno llevó adelante un ajuste de esta magnitud sin caer”. ¿Hay desorientación en la sociedad argentina o sólo es una muda resignación al borde de expresarse en algún sentido? No hay horizonte político definido y ese es el mejor aliado del oficialismo, eso es lo que pasa y no es culpa de la gente.

El “éxito” de Cambiemos se extiende mucho más allá del sincericidio de Dujovne. El invotable presupuesto 2019 se abrió camino a pesar de todo y, curiosamente, lo hizo luego de la fatídica frase ministerial. La explicación facilista de los “traidores” de un lado y otro no alcanza. La palabra traición implica dejar de lado ideales y políticas claramente definidas habiéndolas aceptado o representado en un principio. Y no es lo que está pasando. Lo que sucede es que el gobierno puede cosechar acompañamientos dudosos entre la oposición porque esa oposición no logra contener a todo el mundo, porque no representa por ahora la promesa futura de un poder a corto plazo.

La mayoría de los argentinos y aún de los poderes fácticos, no está enamorada de Mauricio Macri, nunca lo estuvo. Quizás por eso el presidente lloró genuinamente en el teatro Colón: Hace años que no se encontraba en un ambiente amigable sintiendo que hay una esperanza. Porque si no, ¿llegar a ser presidente sólo para favorecer los intereses de familiares, amigos y empresas concentradas? El cariño y el afecto es inherente al cargo, nadie puede resistirse. Ni siquiera Macri.

El “éxito” de la gestión hay que llevarlo también a la monstruosa deuda pública que llegará muy pronto al 80% del PBI y sin dejar una sola obra concreta para semejante empeño: Todo, absolutamente todo se lo llevó la bicicleta y fuga de capitales. Si poder hacer eso sin que el país se parta en mil pedazos no es un “éxito”.

El ritmo de cierre de las pequeñas y medianas empresas y comercios es de 25 por día. Veinticinco persianas caen diariamente con la incertidumbre de decenas de personas por jornada sobre su futuro. Que la oposición no pueda volver a encantar al electorado en medio de semejante desastre es también un claro éxito para el gobierno (esta vez sin comillas). Es más, que la única alternativa visible sea la ex presidenta Cristina Kirchner, es otro “éxito” para el macrismo. Y esta no es una responsabilidad de la senadora que sólo se hace cargo de lo que representa, de pelear ante el acoso judicial y de responder al cariño de vastos sectores sociales. Pero sí es una responsabilidad del peronismo en su conjunto que no ha sabido o no ha podido superar la derrota de 2015 y generar una alternativa renovadora para la oferta electoral.

El gobierno tiene el mayor aparato comunicacional del país. Como casi siempre lo tienen los gobiernos y no sólo por los medios afines. Este “poder de fuego” poco puede hacer sin anclaje político real. Pero en medio de semejante orfandad puede ser decisivo.

Cambiemos sabe que necesita “engordar” para algún lado si quiere tener chances para el 2019 y ya eligió. Eligió el lado derecho, trabajar un poquito ese discurso facho que anida en muchos sectores medios –más por falta de formación que por convicción- y para eso eligió a la ministra Patricia Bullrich que de la noche a la mañana pasó de no poder cuidar un micro con jugadores de Boca a ser posible compañera de fórmula para el intento reeleccionista de Macri.