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Con el pretexto de la conmemoración del 85° aniversario de la fundación del Ejército Popular de Corea, el gobierno del dictador Kim Jong-un realizó maniobras militares en una evidente demostración de fuerza que se inscribe en el marco de las tensiones con los Estados Unidos.

Por su parte, el gobierno norteamericano anunció el despliegue de su flota a la península de Corea, el de China presentó su primer portaaviones fabricado íntegramente en su territorio y el de Rusia le recordó al mundo que cuenta con el “padre de todas las bombas”.

Alta tensión con Corea del Norte

Mientras los estadounidenses envían parte de la flota y despliegan un avanzado sistema de defensa antimisiles en Corea del Sur con el objetivo de presionar a Kim Jong-un para que abandone el uso de tecnología nuclear aplicada a fines bélicos, el líder norcoreano hizo exhibir supuestos nuevos misiles balísticos intercontinentales. Son “supuestos” dado que el hermetismo que impera en el régimen totalitario norcoreano tiene la clara función de profundizar las dudas y especulaciones occidentales respecto de qué clase armamento ha desarrollado el país asiático.

La preocupación que subyace principalmente en los Estados Unidos y en Europa es que los norcoreanos logren combinar en breve su tecnología misilística y su tecnología nuclear. Si eso sucediera, estarían en capacidad de alcanzar con bombas nucleares tanto el territorio estadounidense como el europeo.

Corea del Norte es actualmente uno de los países más militarizados del planeta y cuenta con el cuarto ejército más grande -aproximadamente 1 millón cien mil cuadros armados- y con alrededor del 20 por ciento de su población masculina de entre 17 y 54 años sirviendo en las fuerzas armadas. En los últimos años realizó cinco pruebas nucleares y su gasto militar se estima en el 25 por ciento de su Producto Bruto Interno, calculado en alrededor de 40 mil millones de dólares.

En medio de la preocupación por el programa nuclear de Corea del Norte, el presidente estadounidense, Donald Trump, ordenó hace unos días el despliegue de un grupo de barcos de guerra hacia la península coreana. Sin embargo, las señales procedentes desde los Estados Unidos son tan fuertes como confusas. Así lo demostró el incidente con el portaaviones Carl Vinson, que primero se dirigió en sentido contrario a donde supuestamente había sido enviado.

China despliega su poder militar

El gigante asiático presentó el pasado miércoles el portaaviones Shandong CV-17, el primero en ser construido íntegramente en el país. Su propósito es aumentar la presencia militar ante las tensiones en el extremo de Asia y reforzar el estatus de superpotencia, capaz de rivalizar con los Estados Unidos. El buque dispone de propulsión convencional -no nuclear- y transportará aviones de combate de la fuerza aeronaval china del modelo Shenyang J-15, de acuerdo a lo expresado por el ministerio de Defensa.

China ya contaba con un portaaviones, el “Liaoning”, cuyo casco había sido fabricado en la Unión Soviética. Esa nave entró en servicio en 2012, aunque fue recién el año pasado cuando efectuó sus primeros ejercicios y su primera salida al océano Pacífico.

Lo cierto es que la construcción de su primer portaaviones constituye para China todo un acontecimiento, pues sitúa al país entre las pocas potencias militares globales capaces de hacerlo, tales como los Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, Francia, Italia y España. Pese a ello, China aún dista de dar un salto tecnológico relevante, al menos hasta que sus portaaviones alcancen propulsión nuclear y catapultas para el lanzamiento de aviones.

Desde hace años China se encuentra en proceso de modernizar sus Fuerzas Armadas, especialmente la marina, en respaldo a sus aspiraciones en el Mar de China Meridional, región cuya soberanía  disputa con varios países vecinos.

Además del nuevo portaaviones, China está construyendo una de las mayores fábricas de submarinos del mundo, que contará con una superficie de 40 mil metros cuadrados. Será capaz de alojar cuatro submarinos a la vez y se compondrá de dos talleres paralelos de montaje. Se planea fabricar allí submarinos nucleares de cuarta generación.

Los Estados Unidos, en el primer puesto

Pese a lo expresado, las fuerzas armadas chinas distan aun de rivalizar en paridad de condiciones con las estadounidenses, que cuentan con diez portaaviones operacionales y unas 600 bases militares distribuidas en unos cincuenta países. El gigante asiático sólo cuenta por ahora con una base en el extranjero, construida en Yibutí, África.

A principios de año el gobierno chino anunció un incremento del 7 por ciento en su presupuesto militar. Aunque en los últimos 15 años el presupuesto de defensa se multiplicó por 10 y superó los  156 mil millones de dólares, está todavía muy lejos de la inversión militar más fuerte del planeta que es la que ostenta los estados Unidos y asciende a 628 mil millones de dólares.

Rusia no se queda atrás

En tal contexto, la segunda potencia militar del planeta, no se queda rezagada. Luego de que las fuerzas armadas estadounidenses arrojaran sobre un área dominada por el Estado Islámico (ISIS) en Afganistán la denominada “madre de todas las bombas”, el gobierno ruso le recordó a la opinión pública global que cuenta con un arma más potente aún. Bautizada como “el padre de todas las bombas”, este artefacto termobárico de activación terrestre y lanzamiento por aire, es cuatro veces más potente que el estadounidense. Esto la convierte en el arma convencional no nuclear más poderosa del mundo. Tiene un efecto vaporizador sobre los seres vivos que estén en su primer radio de explosión, así como gran poder  de destrucción en edificios. Su detonación puede afectar un radio de 300 metros, el doble que la bomba estadounidense.

Actualmente, Rusia es el tercer país con mayor gasto militar del planeta. Durante 2016 invirtió 69 mil doscientos millones de dólares en ese rubro y desde 2011 se encuentra en proceso de modernización de sus fuerzas armadas. Rusia ostenta aún el segundo arsenal nuclear del planeta y su necesidad de actualizar su armamento responde a la amenaza que supone para el país el incremento constante en el gasto militar y los avances territoriales de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Ese organismo tiene presencia en prácticamente todos los países que antiguamente pertenecían a la esfera de poder soviética.

Mucho ruido ¿pocas nueces?

Excepto Corea del Norte, los otros países aquí mencionados tienen los mayores gastos militares planetarios. El régimen norcoreano agita el miedo a la guerra en una región muy sensible y lo peor es que, en el caso de producirse, esa guerra alcanzaría proporciones nucleares de inmediato.

Durante la época del bipolarismo entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, el denominado “equilibrio del terror” mediante el cual ambas superpotencias amenazaban con la posibilidad de destruir completamente a la otra -arrastrando a su fin a toda la humanidad- dio lugar a una permanente disuasión. Actualmente, hay demasiados actores con un poder bélico desmesurado y cualquier chispa constituye una amenaza de incendio.

Por ahora, las potencias militares globales muestran sus arsenales, muestran los dientes. Sería deseable que todo quede solamente en demostraciones que remitan a un nuevo equilibrio. Aunque en estos tiempos  en estos tiempos los ánimos parecen estar sensibles y podría ser fácil perder los estribos.