Si la tentación de reeditar la guerra fría en esta campaña electoral tiene éxito, ahí sí habría que ir pensando en contactar a alguno de los muchos medios a los que les encanta la militancia anti argentina del tipo “entrevistamos a María Rosa que vendía empanadas en Retiro y ahora maneja una cadena de restó en Miami”. “Acá te olvidas de la inseguridad”, por supuesto acota María Rosa. Damos un breve reportaje y nos largamos. Porque, en serio, el macrismo está recurriendo a la vieja simbología soviética para profundizar aún más la grieta argentina. Parece que el anti peronismo ya no es suficiente.

La semana que pasó inauguró la nueva tendencia en Rosario el concejal Carlos Cardozo de Juntos por el Cambio. “Rechazamos por soviética la idea del gobierno provincial de estatizar el colectivo en Rosario”, encabezó su comunicado de prensa que impactó en la casilla de correos de varios periodistas locales.

Le siguió el diputado provincial del macrismo Gabriel Chumpitaz para quien el cierre de las exportaciones de carne dispuesta por el gobierno nacional “es una clara política de dominación comunista”. El diario La Capital analizó la cuestión y concluyó que se trata de una copia fiel de la campaña política que llevó a la conservadora Isabel Díaz Ayuso a ganar cómodamente el gobierno de la Comunidad de Madrid. Claro que el Partido Popular al que pertenece gobierna esa región desde hace décadas. Como si fuera el PRO en Capital Federal.

Con todo, el macrismo se mostró a la derecha de Ayuso y más cercano al extremismo de Vox, la agrupación española que negocia por estas horas con Díaz Ayuso para quedarse con todo el gobierno madrileño. Dirigentes nacionales de Juntos por el Cambio firmaron un polémico documento español donde se lee bajo la consigna de “Comunismo o libertad” que una buena parte de Iberoamérica “está secuestrada por regímenes totalitarios de inspiración comunista”. Por supuesto, esta Carta de Madrid también está firmada por Waldo Wolf, José Luis Espert y Javier Milei entre otros.

¿Llegarán a tanto los radicales santafesinos que quieren cruzar el río hacia las costas macristas? Ni Maximiliano Pullaro ni Felipe Michlig habrán imaginado seguramente que el volantazo debería ser tan pronunciado. Ambos líderes del NEO ya venían convencidos de que el tercer espacio del Frente Progresista se estaba estrechando al punto de apretarlos a todos. El fallecimiento de Miguel Lifschitz dejando muy poco competitivo al socialismo, los terminó de decidir. Y quedan pruebas de que el ex gobernador socialista no pensaba en ir hacia allí. Consultado por este periodista sobre los dichos de Mauricio Macri en enero pasado a un grupo de dirigentes santafesinos sobre que no le interesaba hablar con Lifschitz; el socialista había sido categórico: “Lo mismo puedo decir yo”. Por si quedaba alguna duda, otro ex gobernador como Antonio Bonfatti las despejó de una vez. “Que nadie se confunda, yo no pienso en una alianza con el PRO”, marcó la cancha y se llamó a silencio.

Con el socialismo debilitado, los intendentes frentistas no socialistas de las dos ciudades más importantes de la provincia, adquieren otro relieve. Pero tanto Emilio Jatón en Santa Fe como Pablo Javkin en Rosario tienen que “recibirse” aún de buenos gestores en medio del escenario más difícil que nunca imaginaron: La pandemia de Covid que deja muertos y servicios de salud tensionados al máximo. A lo que se suman los escuetos presupuestos locales y la crisis económica que se profundiza.

El peronismo santafesino mira de reojo y no le gusta lo que ve. “Necesitamos que el socialismo y el Frente Progresista sigan de pie. Si el voto antiperonista se concentra todo de un lado estamos fritos, es como tirar una moneda al aire”, dijo un histórico dirigente del PJ con mil batallas electorales en su espalda. El escenario de tercios que llevó a Omar Perotti al poder, sigue siendo necesario de cara a los comicios de este año por más nacionalización que opere sobre los mismos. Ni hablar del escenario para el 2023 que, en parte, también se juega ahora.