En estos días se conocieron las boletas electorales para las PASO en cargos provinciales y una vez más, la papeleta colorida y con fotos demasiado pequeñas invita más al desconcierto que a la meditación para una selección pensada de postulantes. En Rosario, para renovar 13 bancas hay 56 listas con unos 800 candidatos en total, muy pocos alcanzarán el 1,5% de los sufragios para pasar a la elección general del 14 de noviembre y por supuesto, para los cargos nacionales no rige la boleta única sino la tradicional sábana. Es cierto que ningún sistema electoral puede emparchar los problemas de representación política pero por lo menos habría que evitar que se profundicen. Santa Fe fue pionera y tuvo antes que nación el sistema de primarias abiertas, pero por algo para los cargos nacionales no se imitó a la provincia respecto de la boleta única que -hay que decirlo- con el paso ya de varias elecciones empieza a perder un poco de encanto y modernidad.

A esta altura y cuando falta poco más de un mes, la mayoría de la gente tendría problemas en describir de corrido qué se elige el próximo 12 de septiembre. Con lo cual las encuestas que se ven por estos días son más parecidas a la canción de Sandro “Un mundo de sensaciones” (en rigor se llama “Tengo”) que una realidad cercana. Si los candidatos no saben bien por dónde ir a la hora de ofrecerse a un electorado remiso, enojado y con múltiples problemas; hay que imaginar a los encuestadores a la hora de preguntar y a los expertos en comunicación política a la hora de “vender” a los candidatos.

En estos pocos días de campaña se vio claramente que son los grandes frentes los que despliegan sus estrategias y hablan de alguna propuesta. Sobre todo el oficialismo nacional y provincial que tienen a la vista el menú de opciones para hacerles más llevadera la vida a los argentinos y a los santafesinos en particular. La vacunación y las políticas procíclicas impactan de lleno. Dentro de la oposición, también hay quienes tienen cosas para mostrar o recordarle a la gente. Es el caso del Frente Progresista en las elecciones en la provincia y en las nacionales. Gobernaron doce años Santa Fe y fue hace muy poco. Tuvieron cargos importantes y no necesitan recurrir al slogan vacío. Por ejemplo, el candidato a senador nacional Rubén Giustiniani puede empezar una nota enumerando los proyectos que presentó en el Senado de la Nación y hoy son ley. O Marcelo Lewandowski que es candidato a senador y lleva dos años en el Senado de Santa Fe defendiendo las políticas públicas del gobierno de Omar Perotti. O Miguel Cappiello que dice “yo no prometo nada, escucho a la gente, ya me conocen y saben lo que hago después de tantos años”. Claro, fue secretario de Salud Municipal, ministro provincial de la misma área, concejal y senador provincial. Uno de los artífices de la construcción de la salud pública con sello socialista que hoy acepta “tenemos que seguir mejorándola”.

Los candidatos “mediáticos”, con pocas excepciones, aguardan agazapados a que la gente encuentre su cara familiar en el cuarto oscuro. “A lo Aldo Pedro Poy, que tres días antes de una elección cuelga dos o tres pasacalles como para decir ‘acá estoy’. Pero su fuerte es cuando el hincha de Central lo ve en la papeleta y le mete la cruz”, como dijo un dirigente que tampoco puede recordar qué es lo que ha hecho el astro de los ’70 todos estos años en el Concejo.

Pero el otro gran frente político, el de Juntos por el Cambio está obligado a esconder su gestión que dejó una Argentina devastada y no puede abordar casi ningún tema. Endeudó al país en más de 54 mil millones de dólares, degradó a secretaría el ministerio de Salud de la Nación y construyó sólo 107 de los 3000 jardines que prometía casi a diario. Amén del envió de armas a Bolivia para apoyar un golpe de Estado en un hecho inédito desde la recuperación de la democracia. Por eso lo único que queda es la consigna vacía, alguna cara bonita y la agresión para agitar fantasmas de la antinomia. “Que no te saquen las ganas”, dice una de las listas de JxC. Qué diantres significará eso, ¿no? Las ganas ¿de qué cosa? Mucha estridencia para no decir nada, no porque no sepan qué decir sino porque no es conveniente. Y encima tienen que vigilar a un radicalismo que fue parte de lo mismo pero ahora empieza a diferenciarse. Basta ver el accionar de Ernesto Sanz, el hombre que puso a la UCR al servicio del PRO en la recordada convención de Gualeguaychú y hoy asegura que “no hay ninguna posibilidad de que Mauricio Macri vuelva a tener protagonismo” y es el cerebro detrás de la resucitación radical.

Por eso cuando muchos hablan de la “vieja política” hay que ver bien a qué se refieren porque hasta el momento aquella parecía ser más sólida que la “nueva”, que no sólo tiene los mismos vicios sino que ha empeorado las formas y el fondo. Ayer y hoy la política siempre es cosa seria.