La política es como el Estado, al final siempre ganan. Con más o menos vueltas y por más tortuosos que resulten los recorridos; el sistema logra imponerse y en todo caso los outsider terminan fagocitados por el mismo sistema que dicen combatir. El Jefe de Gobierno porteño
Horacio Rodríguez Larreta pisó el acelerador y se equivocó al impulsar la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas. Es demasiado inteligente como para no advertir que el efecto práctico de la medida es una estupidez, pero el valor simbólico no tiene precio.

Pero lo hizo sin saber que los dueños de esos discursos, están perdiendo terreno. De hecho Javier Milei sólo pudo reunir a 1500 personas en el estadio de El Porvenir que tiene capacidad para quince mil. Ese perro verde que funge como su asesor estrella, Carlos Maslatón terminó responsabilizando a la hermana de Milei por exponerlo a tal fracaso.

Tampoco Rodríguez Larreta había visto las encuestas de Zuban/Córdoba & Asociados que venían advirtiendo que el fenómeno Milei se alimentaba esencialmente de “una alquimia que incluía el malestar social generalizado con la política, las expectativas económicas frustradas y
un componente no menor de voto identitario, movilizado por posiciones anti-feministas”. Por un tiempo funcionó y el esperpéntico libertario logró articular un discurso público que combinaba exitosamente esas tres fuentes. Pero, como dicen los consultores en su última medición,
esa era “una alquimia peligrosa, que podía llegar a desestabilizarse ante la más mínima variación”.

La derecha loca

Efectivamente, la última encuesta nacional de esta consultora que fue ampliamente difundida por los grandes medios nacionales y que el propio Gustavo Córdoba comentó para SÍ 98.9 detectó que a Milei le llegó finalmente la hora de sumarse a la casta que tanto critica, compartiendo con ellos la que es posiblemente la característica común de toda la dirigencia política argentina en estos tiempos: “La negatividad sobre el dirigente liberal creció más de 10 puntos en los últimos 30 días, mientras su imagen positiva se redujo de 47% a 41%.
La inclusión en su discurso de temas con muy poca o nula pregnancia en Argentina, como la portación de armas o la venta de órganos terminó por hacerlo pisar la banquina.

Nadie más contento que Mauricio Macri con estos números de Milei aunque no alcancen para revertir la performance propia. Pero sí invierten las cargas y ahora es el libertario el que quiere hablar con el ex presidente y no al revés. Quizás dentro de Juntos por el Cambio los radicales debieron prestarle más atención cuando Macri se enojó con ellos en el momento que expresaron públicamente que Milei era el límite de la coalición. Por qué no esperar que se caiga solo y crear
un adversario interno por el que se nos pueden fugar votos, habrá pensado el ex presidente.

Hay que recordar que el pariente de los que se ríen de la inflación y de la gente, remarcando precios todo el día en las góndolas de La Anónima; ya había advertido el tema de los espacios en la derecha: “Acá no hay lugar para un (Jair) Bolsonaro (no existía Milei en ese
entonces) porque ya estamos nosotros”, repetía el ex jefe de gabinete de Macri, Marcos Peña. Y no se equivocaba. 

En Santa Fe el contexto es mucho más gracioso. Los diputados provinciales antiderechos Walter Ghione, Ximena Sola, Betina Florito y Sebastián Julierac; se sumaron a la ola prohibicionista de Rodríguez Larreta y quieren extender a las escuelas santafesinas el veto al lenguaje inclusivo. Recordar sus nombres después de leerlos es un desafío digno de apuestas ya que todos ingresaron colgados de Amalia Granata que a su vez rompió el bloque apenas asumieron todos.

Granata dispara la locura del regreso obligatorio del servicio militar y es entrevistada por casi todos los medios nacionales. En cambio a este grupo de legisladores difícilmente alguien les preste algún micrófono, no por sus ideas sino porque nadie sabe quiénes son.