Juntar dólares para el tesoro, bajar la inflación, subir los salarios y renegociar con el Fondo Monetario Internacional; menuda tarea le espera a Sergio Massa. El político que se hará cargo de la economía no tiene más o menos capacidad que Martín Guzmán o Silvina Batakis;
simplemente tiene algo que los anteriores no tenían: Poder. Y el poder lo que hace es generar expectativas en los demás, incluidos los mercados y los sectores concentrados de la economía. Pero también sirve para enmascarar la debilidad intrínseca del Estado y no sólo de un gobierno. 

Massa es una vuelta de tuerca más de Cristina Kirchner hacia el pragmatismo total. Una que no podría haber ocurrido sin el desencanto que generó la primera: la designación de Alberto Fernández. Lo curioso es que la vicepresidenta y su estructura política corrieron por izquierda al presidente y terminan avalando a un hombre que está mucho más cerca del establishment que el actual primer mandatario. Eso lo explica la desesperación y el profundo barranco que estaba a la vista.

Pero no todo es decisión y conducción política. También existe el foco, la organización y la gestión. Por ejemplo, el presidente Fernández dejará su mandato con un 10 en gestión de la pandemia global. Pero sus calificaciones en torno a la economía no serán tan altas. Es obvio que no toda es su responsabilidad, pero sí lo son las idas y vueltas, las pruebas y ensayos, los errores y el desconcierto de muchos de sus principales colaboradores en los primeros años de
mandato.

La debilidad del gobierno y la del Estado

Cuando Cristina le dice “poné a un gobernador” Alberto lo llama a Manzur, aunque ella quizás pensaba en Jorge Capitanich. Pero lo dejó en sus manos porque lo que la vicepresidenta pedía era alguien que ordene y conduzca junto al presidente. Manzur aceptó entonces por la misma razón que ahora acepta Massa: ambos sueñan con la presidencia y eso es legítimo al punto que también Daniel Scioli regresó de la embajada en Brasil por los mismos motivos. Manzur y Scioli no tuvieron nunca la centralidad que tiene ahora Massa ya que no fueron tan encumbrados, apenas fueron piezas de un posible esquema organizativo con proyección a futuras candidaturas peronistas. Quedaron en el camino.

Con todo, no es poco lo que logra reunir Massa dentro de la coalición gobernante. Hay que ver algunas de las muchas crisis de poder en Europa donde ahí sí el Estado es el que mantiene las riendas fuertes y los hombres y mujeres pasan. Boris Johnson sale eyectado del 10 de
Downing Street y aún se pelea por su sucesión, mientras que el presidente Sergio Mattarella tuvo que disolver el parlamento italiano tras la renuncia de Mario Draghi que dimitió porque nadie le daba bola aunque había reemplazado al anterior al que menos todavía le llevaban
el apunte. Es decir, crisis de poder. Claro que ni Inglaterra ni Italia ven cómo los precios aumentan todos los días en las góndolas aunque sufran unos puntos de inflación por las consecuencias globales de la guerra en Ucrania. Y sus trabajadores regulares llegan sin
problemas a fin de mes. Tampoco tienen un 40% de pobreza.

En Argentina, la dependencia de una sola fuente potente de generación de divisas implica una debilidad estructural del país frente a un sector que tiene poder de veto en las decisiones económicas. Es una de las premisas que se repitió este sábado en el preciso y minucioso
Informe de Coyuntura que brindó el Centro de Economía Política (CEPA), que conducen Hernán Letcher y Julia Strada.

Casi en simultáneo el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, hablaba en la clausura de la tradicional exposición en Buenos Aires y ratificaba ese
poder de veto que tiene el campo. “Hoy las retenciones son ilegales, e inconstitucionales”, dijo en tono firme. Y acusó “ya sabemos lo que no funciona: No funciona el revoleo de bolsos llenos de dólares, ni el recuento de pilas de billetes mal habidos. Exigimos, para la carne, el
trigo, el maíz y para todos los demás productos, la total liberación de los mercados”.

La consultora Zuban, Córdoba & Asociados veía que todo se precipitaba tuvo que apurar el corte de su encuesta de agosto que difundió ayer domingo. “Un 60% creía que Alberto Fernández debía hacer un cambio total de gabinete. Fue el primer dato que hicimos circular de nuestro
estudio nacional de agosto. Y menos de un día después de su circulación nos enteramos de la llegada de Sergio Massa al gabinete en un nuevo rol de ‘Super-Ministro’ concentrando la totalidad de las  áreas económicas”, explican en la introducción del trabajo al que
accedió RosarioPlus.

La misma encuesta muestra que el gobierno nacional tiene una desaprobación del 72,2% y el 75,4% cree que va en la dirección incorrecta, mientras que el 60,4% manifestó tener mucha desconfianza. Respecto de las últimas medidas económicas que se conocieron, las relacionadas con la suspensión de nuevos contratos en el Estado y el congelamiento de gastos en el Estado; son las que gozan de mayor aprobación: En torno del 54%. En este punto se destaca también la baja aceptación que tiene la creación de un dólar especial para las exportaciones del campo que es en promedio del 20% aunque se trata de una medida un tanto compleja pero que ya la gente -y muchos de los actores involucrados- ven como que será poco exitosa.

Pero si bien el gobierno del Frente de Todos pasa por uno de sus peores momentos, en el módulo electoral la encuesta muestra que si fueran hoy las elecciones, la oposición ganaría por unos pocos puntos. A nadie le sobra nada, evidentemente.