Las ideas centrales o cuestiones estructurales que hacen al presente y al futuro de la sociedad argentina, pocas veces se encuentran en el debate político cotidiano que está más ligado al ruido y a la banalidad, todo aumentado por el hecho de que se da centralmente en redes sociales. Pero estos días, tanto el presidente Alberto Fernández como su vice Cristina Kirchner dieron pautas claras no sólo del mal que aqueja al país, sino de la necesidad de un proyecto que lleve soluciones de fondo para una mejor calidad de vida. Mientras tanto, Mauricio Macri intenta volver a erigirse como líder de la oposición con cara de dormido en un Zoom partidario y con la idea de que si Perón viviera “se apuntaría en Juntos por el Cambio”. 

Claro que es más divertido hablar de la cara de Macri recién levantado y, siempre decimos aquí, hasta es sano que la política y los políticos tengan sentido del humor (los más amargos suelen ser los peores); pero en algún momento hay que hablar en serio y dejar en claro que no todo da lo mismo. Una cosa es reírse y ser divertido y otra muy distinta es recurrir a esos mecanismos para no hablar de las cosas de fondo. Esto último es lo que hace permanentemente el macrismo como estrategia.

La vicepresidenta reiteró en un acto por el 24 de marzo lo que ya había dicho en una carta abierta: Si no hay un mínimo acuerdo entre las distintas fuerzas políticas para abordar el asfixiante endeudamiento externo y el bimonetarismo en nuestra economía, “este va a ser un país muy difícil de gobernar. Si no imposible”. Son sentencias para tener en cuenta sobre todo porque son muy reales y estructurales. Por supuesto, en ninguna de las dos cosas hay un mínimo atisbo de acuerdo antes que nada porque Juntos por el Cambio debería reconocer primero la irracionalidad del endeudamiento por 44 mil millones de dólares. Cosa que ni figura en la descontracturada agenda del ex presidente.   

Por su parte, Alberto Fernández volvió a recurrir a su tono de profesor universitario para cortar en seco al presidente uruguayo Luis Lacalle Pou que, finalmente, mostró quién es verdaderamente en una reunión del Mercosur que tenía toda la intención de ser protocolar pero que terminó transformada en uno de los encuentros con mayor tono político que se le recuerde al organismo multilateral.

Lacalle Pou intervino para decir que el Mercosur tenía su peso pero que no podía “ser un lastre para sus países miembro”. Lo que estaba diciendo el presidente uruguayo era que adhería a la postura del Brasil de Jair Bolsonaro para flexibilizar aranceles y permitir negociar a los países por la suya y no como bloque comercial.

El mandatario argentino recogió la metáfora y le dijo que “es un honor” ser parte del Mercosur y que “si somos un lastre, que tomen otro barco”. El tono fue sereno pero retumbó en la reunión vía remota y ni Lacalle Pou ni Bolsonaro respondieron.

Lo que hay detrás de este cruce es profundamente político e ideológico. El presidente argentino lo que estaba diciendo es que no está dispuesto a una reducción gradual del arancel externo común para supuestamente “mejorar la competitividad” del bloque. Y que Argentina piensa en seguir cuidando a su industria nacional del ingreso de productos importados a bajo precio en momentos donde la situación económica se encuentra fuertemente golpeada por el cierre de fábricas y falta de empleo.

Para el presidente uruguayo en esta reunión del Mercosur así como para las consideraciones jocosas del ex presidente Macri; aplica la frase de ese gran pianista de jazz argentino conocido como Mono Villegas: “El que parece es”.