La presentación del libro del ex presidente Mauricio Macri, fue uno de los acontecimientos políticos de la semana. “Primer tiempo”, así se llama, le permitió retomar la centralidad política y enviar un mensaje claro: El silencio/duelo por las críticas hacia lo que fue su gestión, ha terminado. Y pretende recortarse como el jefe de la oposición al gobierno de Alberto y Cristina Fernández. De aquí en más, quizás junto a Patricia Bulrich, será la voz más fuerte que un sector de la población argentina reclama se alce contra el peronismo. Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y cualquier otro radical con ínfulas ya están avisados. Lilita Carrió que quiso pasarlo a retiro, también. Macri propuso que aún le queda tiempo en la política y que no necesita refugiarse en ninguna interna de Boca Juniors.

En la primera fila de la modernosa puesta en escena -en esto el PRO se ha destacado desde siempre- estaba también toda la intelligenzia neoliberal y de derecha iberoamericana. Desde Mario Vargas Llosa que alabó el “escrito” de Macri, hasta la polemista y falsa doctora española Pilar Rahola, pasando por el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti y el filósofo español Fernando Savater, al que -uno supone- después de esto el socialismo de Rosario dejará de invitar a las tertulias que solía concurrir en los primeros años del 2000. También el cineasta Juan José Campanella que había declarado no poder dormir cuando gobernaba Cristina Kirchner, quizás por eso se lo vio cabecear un poco cuando Mauricio gritó que “vamos a volver”, parafraseando a los muchachos y muchachas de La Cámpora en otras épocas.

Obvio que son divertidísimos los memes sobre el libro del ex presidente. “Tiempo libre”, preguntar si “se vende con reposera” o si tiene “dibujitos para colorear”. Y hasta es bueno reírse en política donde todo parece ser tan crispado y adusto. Pero eso no quiere decir que no haya que tomar en serio las verdaderas intenciones del ex presidente. Ya lo hicieron una vez, con frases vacías, testigos falsos, lawfare y medios amigos. ¿Por qué no podrían volver a intentarlo?, ¿en serio alguien cree que la historia no se repite aunque sea como comedia?

Por supuesto que las casi 300 páginas que ya sabemos no escribió Macri, como tampoco Barak Obama escribió alguna de las 800 de su autobiografía (que, dicho sea de paso, le regaló al ex presidente argentino); no contienen ni media línea de autocrítica, más allá de un intento vano por hacer creer que ahora aprendió varias cosas que haría diferente en un hipotético segundo gobierno, es decir en un “Segundo tiempo”.

“Heredamos un país quebrado asintomáticamente”, fue La Frase que se destacó en el discurso de Macri que, como siempre, fue hecho a los tropezones, con ideas sueltas y errores sintácticos ostensibles. Sin embargo, ese concepto así expresado fue estudiado hasta el más mínimo detalle y combina aspectos centrales: El país que recibió Macri en 2015 -todos sabemos- no estaba quebrado objetivamente. Pero los argentinos no lo sabíamos porque no eran claros los “síntomas” de esa bonanza económica, pretenden indicarnos. Y segundo, está articulado con una idea actual que todo el mundo puede entender en el marco de la jerga que nos legó la pandemia. Eso de “asintomático”. Por supuesto, la construcción lingüística le sirve para afirmar una mentira: El país sí estaba quebrado pero no se notaba. De esa manera se saca también de encima la responsabilidad por la crisis que profundizó su desastrosa gestión de cuatro años. Tan desastrosa que ni los 44 mil millones de dólares que desembosó el Fondo Monetario Internacional alcanzaron para que el macrismo pudiera acceder a un segundo mandato, a un “segundo tiempo”. La otra idea fuerza clara y contundente fue que el “populismo” es el responsable de todos los males, lo cual explica el respaldo y la presencia de la derecha global en el evento.

La propuesta de Macri es clara y apunta directamente a su tribuna. La cuestión es que el gobierno, el peronismo y sus aliados que piensan en un proyecto amplio e inclusivo para la Argentina; estén atentos. Sobre todo a ese sector del electorado que identifica claramente cuando las cosas están mal pero le cuesta señalar las causas verdaderas de esos males. En esa confusión pesca el neoliberalismo que no comete errores ni pretende volver mejor. Todo lo contrario, su único desvelo es la aplicación de su proyecto a rajatabla que nunca incluye a las mayorías. Atentos y vigilantes a este “Primer tiempo” porque el partido no terminó.