El juicio oral y público que comenzó contra el ex comisario Hugo Tognoli, marca un hito en la provincia donde no es habitual ver a un jefe policial sentado en el banquillo de los acusados. Pero también refleja de manera contundente hasta dónde llegan la connivencia policial y la impunidad en materia de narcotráfico en este mismo territorio.

Las acusaciones contra Tognoli son gravísimas: Encubrir a un preso por narcotráfico y coaccionar contra Norma Castaño, una de las Madres Solidarias que primero confió en el entonces jefe de Drogas Peligrosas y que después terminó siendo víctima de su extorsión. Castaño ha dicho sin rodeos que “los narcotraficantes le daban droga a Tognioli para que él la plantara en diversos procedimientos falsos” para hacer ver que combatía la venta de estupefacientes.

Esta primera etapa del juicio está relacionada con el accionar del comisario cuando estaba al frente de Drogas Peligrosas. La pregunta que siempre se hace desde la política es cómo, con estos antecedentes Tognoli fue elegido por el gobierno socialista para ser el Jefe de la Policía santafesina.

Ya en ese cargo superior, el mismo comisario encubre y avisa a otro narcotraficante que una fuerza federal estaba tras sus pasos. Tognoli averigua con sus claves especiales a quién pertenecían las patentes de dos automóviles que estaban tras un renombrado narco del sur provincial. Ahí descubre con son autos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y le avisa al delincuente que lo están siguiendo. La misma fuerza federal sería la que meses después arrestaría a Tognoli.

El gobierno provincial creyó en un principio que se trataba de una operación política del gobierno nacional en su contra. Es más, meses después algunos dirigentes frentistas seguían convencidos de que este tipo de hechos eran un “vuelto” por la candidatura presidencial de Hermes Binner.

Tuvo que pasar mucho tiempo, y quizás mucho se perdió de investigar, para que oficialmente se reconociera a medias que se había apañado y promovido a un jefe policial corrupto que con su accionar sin duda favoreció el desarrollo del negocio de la venta de drogas en el territorio provincial.

El narcotráfico es un delito federal, pero ello no excluye a las policías provinciales para la colaboración de su combate. El problema se agrava cuando esa misma policía termina en un grado de complicidad con los delincuentes que llega al paroxismo. Como en su momento dijo el diputado bonaerense y creador de la PSA, Marcelo Saín: “En Santa Fe el principal cartel de droga es la propia policía”.

En el futuro, la administración provincial tendrá que ir un poco más allá del argumento que repite acerca de que no se encubre a nadie, que los que delinquen con uniforme llegan de alguna manera ante la justicia. Se tendrá que avanzar en depurar y profesionalizar una fuerza que hoy goza de un enorme desprestigio en toda la provincia.