La victoria de la oposición, con tono épico entre gases y balas de goma, no duró mucho: El gobierno mordió el polvo, amenazó por lo bajo, se victimizó hacia afuera y renegoció la reforma jubilatoria (la más importante de todas las reformas) con los gobernadores más ávidos de fondos frescos.

Los mandatarios del PJ que están dispuestos a vender su pellejo esperan grandes recompensas, de esas que puedan pagar el costo que implicará votar en contra de la CGT, los jubilados y un sector de la iglesia que ya se manifestó totalmente en contra del saqueo a la tercera edad.

Con un costo de 4.000 millones de pesos que insumirá el pago de un bono extraordinario por única vez; el gobierno se quedará con los 100.000 millones de la Anses que desataron toda esta pelea.

Pero la primera derrota importante del gobierno de Mauricio Macri, no por breve será gratis. La oposición dio una muestra contundente de que se puede parar el ajuste que recién comienza y que va tejiendo arraigo en el descontento social. Macri tuvo que ceder gran parte de su capital político en esta batalla.

El oficialismo se entusiasmó cuando vio al kirchnerismo vociferar y resistir al lado de la izquierda. Pero se preocupó cuando la CGT, gran parte del peronismo y la Iglesia completaron el cuadro opositor. Ninguno de estos sectores por sí sólo hubiese logrado el escenario de retroceso para el gobierno que se vió dentro y fuera del Congreso este martes.

El Movimiento Obrero Santafesino (MOS) nacido al calor de estas políticas públicas nacionales, calculó que la reforma restaría en Santa Fe unos 9.000 millones de pesos en todo el 2018. Es decir, no sólo será lo que pierda el medio millón de jubilados que reside en esta provincia, más los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo, más los ex combatientes de Malvinas; sino que esos miles de millones se perderán para el mercado interno santafesino. Saldrán del consumo que se hace en farmacias, supermercados y comercios en general. El impacto será brutal.