Una bomba. La novedad política del año es la que lanzó Cristina Fernández de Kirchner este sábado. Cuando nadie lo esperaba puso fin al misterio de una manera insólita: será candidata pero acompañando en la fórmula a Alberto Fernández. Una jugada maestra pero también muy arriesgada. Ella tiene los votos y Alberto la pericia y el diálogo aceitado con el peronismo y los sectores encumbrados del establishment.

Aceptó el desafío de ampliar la base de gestión de un posible futuro gobierno y conforma a los leales que la seguirían así fuese candidata a concejala de La Plata. El único problema es que Fernández no tiene pergaminos electorales, ese es el principal riesgo que tomó la senadora. Muchos se preguntan ¿por qué no otro, por qué no un gobernador o un ex gobernador? Porque no le hubieran garantizado la lealtad de Alberto. Tampoco podía pretenderse el extremo de una fórmula Roberto Lavagna-CFK o Juan Manuel Urtubey-CFK. Nadie lo hubiese creído serio. La unidad es hasta donde alcance, si se exagera hasta el extremo, todos sospechan.

Hace poco Cristina lo dijo a un periodista españolen una entrevista: “Los votos no se transfieren”, es decir de nada hubiera servido que ella hubiese dicho “a este candidato es al que yo apoyo”. Pero es claro que ya desde hace varias semanas se guardaba este as, acompañar desde atrás a un postulante. Es decir, darle a la gente la posibilidad de votarla a ella con su nombre impreso en la boleta electoral.

Los medios opositores se encargaron rápidamente de recordar las severas críticas que el ex Jefe de Gabinete hizo a la gestión de Cristina, pretendiendo exponer contradicciones insalvables. Pero en realidad, eso es lo que busca el binomio: si Fernández fuese un kirchnerista orgánico, ningún efecto tendría la propuesta. Alberto conoce a todos, habla con todos y negocia con todos, ese es su valor político además de su probada eficacia en gestión. Sabe de antemano que los votos que reciba no serán de él y eso en política en algún momento se nota.

Tendrán que lidiar ambos con el Fernández a la presidencia, Fernández al poder. Cristina ya pasó por eso cuando gobernó Néstor Kirchner decían que lo manejaba ella. Cuando gobernó ella, en los primeros años decían que era él el que ejercía el poder. Nunca pudieron ver el complemento y la eficacia del tandem.

El resto del peronismo se reacomoda al nuevo escenario. Agustín Rossi y Felipe Solá ya bajaron sus candidaturas. Daniel Scioli se mantiene firme y Sergio Massa continúa negociando. Lavagna tiene ahora un desfiladero más estrecho por el que moverse en el espacio difuso de Alternativa Federal. Las cartas ahora están sobre la mesa.