La contundencia de las masivas concentraciones de la marcha federal docente y el acto en rechazo al regreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional frente al obelisco, marcan una agenda política que deja cada vez más expuesta a la CGT.

Resulta paradigmático que la mayor representación del movimiento obrero organizado no esté hoy en la calle acompañando a los trabajadores que son permanentemente agredidos por las políticas impiadosas del Gobierno Nacional. Ya no alcanzan las explicaciones del miedo a los carpetazos del gobierno contra los encumbrados dirigentes gremiales y no se explica la pasividad de los “gordos” que están totalmente afuera de cualquier negociación oficial.

La única resistencia que manifiesta la central obrera se ve en el freno al avance de la reforma laboral de la cual sólo aceptan el blanqueo que propone el gobierno. Pero, es obvio, rechazan la poda en las indemnizaciones y los avances contra los convenios colectivos de trabajo.

El paro de los metro delegados en Capital Federal, fuertemente atacado por el gobierno porteño y los medios nacionales más importantes, mostró claramente el avance de las comisiones internas ante tanta pasividad gremial. Más allá de las simpatías políticas de estos dirigentes y su real representación en el sector; es claro que había motivos para la protesta cuando la UTA arregló una paritaria del 15% en medio de una devaluación fenomenal y una escalada de precios y tarifas que dejan a los salarios por el piso.

La propia CGT ya había advertido al gobierno por lo bajo al señalarles que “si no arreglan con nosotros, van a tener que enfrentarse a los zurdos de los gremios. Y esos no negocian”. Pero al macrismo parece no haberle impactado la advertencia y se muestra resuelto a seguir adelante con el ajuste porque siente que no tiene a nadie enfrente. Y así se lo muestran las encuestas que marcan la pronunciada caída de la imagen del presidente Mauricio Macri y su gobierno; pero que subrayan también que ningún líder opositor recibe ni uno solo de los puntos perdidos por el oficialismo.

A esta altura la iglesia argentina se muestra más combativa que el sindicalismo cegetista. La reunión con Hugo Yasky,  Pablo Micheli y Pablo Moyano con monseñor Oscar Ojea fue un claro indicador de cómo impactan en el país las directivas del Papa Francisco. Sin dudas, la posibilidad de que el Congreso apruebe la despenalización del aborto ante la pasividad del Ejecutivo, también contribuye al clima opositor que se expande por las capillas.

No son pocos los dirigentes que creen que sin la convocatoria a un paro general de forma inminente, la central obrera se verá más desdibujada todavía y, lo que es peor, sin demasiados beneficios a la vista que justifiquen semejante abulia gremial.