El Frente Progresista en general y el socialismo en particular ya no pueden ocultar su crisis profunda. Los movimientos bruscos y desesperados que ensayan hacia derecha e izquierda dejan en evidencia el grado de intensa búsqueda de sobrevivencia política. Mientras el gobernador Miguel Lifschitz se esfuerza por salir del radar opositor del presidente Mauricio Macri, en la creencia de que la obediencia política la acercará votos y beneficios varios como la posibilidad de una reelección; el ex gobernador Antonio Bonfatti se esfuerza por construir un frente con el peronismo que está más lleno de desconfianzas mutuas que de certezas futuras.

Esta semana, en la primera sesión extraordinaria de la Legislatura provincial, la tensión llegó a un extremo cuando el presidente de la Cámara de Diputados Bonfatti se reunió previamente con representantes del Movimiento Obrero Santafesino para decirles que no había certezas sobre un acuerdo para votar el Consenso Fiscal que firmaron Macri y Lifschitz en su momento y que quita autonomía para Santa Fe en el manejo de sus recursos.

Horas más tarde era el propio Bonfatti el que habilitaba un vergonzoso proceso de recuento de votos para llegar a los dos tercios necesarios para votar sobre tablas el paquete fiscal que él mismo había repudiado en declaraciones públicas días atrás. El peronismo votó en contra en Diputados aunque los senadores del mismo partido ya le habían dado el visto bueno al Consenso Fiscal en la Cámara alta.

Muchos creen que hay una medida que decidió a Bonfatti para el cambio de parecer sobre el cheque en blanco que se firmó para Macri, y a pesar de su evidente disputa interna con el gobernador. El día anterior Lifschitz tomó una decisión clave: Firmó el decreto que ratificó que nadie le debía nada a nadie en la escandalosa concesión de la autopista Rosario-Santa Fe. Allí los privados nucleados en Arssa debían repavimentar toda la traza pero sólo ejecutaron 70 kilómetros y devolvieron la concesión.

El Estado santafesino en lugar de ejecutar las garantías como hubiese correspondido, perdonó la acción de los poderosos empresarios y realizará con dineros de todos los santafesinos las obras calculadas en unos 1500 millones de pesos. El desaguisado correspondía a la gestión de Bonfatti y Lifschitz se lo solucionó.

Quedan por delante poco menos de dos años de intensos armados y desarmados políticos de cara al 2019. A esta altura muchos deben estar confundidos al ver cómo se pelean pero pactan los que están convencidos de un frente antimacrista pero terminan avalando sus políticas en la práctica.