El gobierno no se ha movido ni un ápice de su receta original. Como en la crisis generada tras la poda de 100 mil millones de pesos a los jubilados; ahora salió de la tormenta financiera con renovados argumentos para la profundización del ajuste. Ayer volvió a timbrear por todo el país (muchas veces son meras puestas en escena de contactos con vecinos finamente seleccionados) para demostrar que no ha perdido iniciativa política sino que, por el contrario, debe convencer acerca del esfuerzo de “todos” por el bien del país. La teoría del derrame de los `90 pero resignificada en el latiguillo “no hay otro camino”. 

El mismo presidente Mauricio Macri en la curiosa conferencia de prensa que dio la semana pasada, tuvo muy en claro cuál era el mensaje que quería transmitir: Dijo siete veces “déficit” y “pesada mochila de hace más de 70 años”, en apenas 35 minutos de respuestas a los periodistas. Fue la misma reunión en la Macri hizo su “autocrítica” de haber sido demasiado positivo a la hora de fijar metas para su gobierno. Lo que nunca explican es por qué ese déficit debe ser saldado siempre por la gente.

En medio del festival del ajuste el gobierno de Cambiemos produjo numerosos nombramientos con sueldos de más de 100 mil pesos pero el problema son las “jubilaciones de privilegio” de docentes y judiciales. Estos últimos catalogados como “vagos” que trabajan sólo hasta las 13.30. Y lo peor es que muchos otros trabajadores sumidos en la dura realidad de un salario que no alcanza y temerosos de perder su fuente de ingresos, festejan los ataques sistemáticos hacia otros trabajadores sin comprender que cuando atacan a unos, en realidad van por todos. 

Un presidente y su gobierno pueden decir y hacer casi cualquier cosa mientras se sitúen en determinado escalón de poder y credibilidad. Después de eso hasta la más pura verdad suena a puro cuento.

La oposición juega de contragolpe. Cuando el gobierno se equivoca toma la pelota y articula la jugada de retrotraer los tarifazos a los valores del año pasado para sacarle el pié de encima a la población. Pero antes de que el Senado lo convierta en ley, la pelota volvió al campo del gobierno –que logró dominarla cuando parecía que se iba afuera- y el equipo de la oposición volvió a repeglarse hasta poner en duda la aprobación de la rebaja de tarifas.

El juego del gobierno sigue siendo el mismo, lo que está cambiando es la cancha. Las tribunas van tomando otro color y las pifiadas empiezan a notarse un poco más. Sólo eso por el momento.