Desde que se implementaron las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) debido a la pandemia del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), en el grueso del mundo se tomó la decisión de suspender las clases presenciales. Esto se dio, no solamente por el gran movimiento social que generan, sino porque los chicos fueron señalados como potenciales focos de contagio al ser, en su gran mayoría, asintomáticos de la enfermedad Covid-19.

Con más de cinco meses sin aulas presenciales y los contagios aún en alza, en Argentina se debate el regreso o no a las clases para aquellos alumnos que tuvieron problemas de conectividad. Muchos creen que sería un buen comienzo, mientras que otros afirman que no están dadas las condiciones epidemiológicas. En tanto, en otras partes del país no comparables en cuanto a densidad de población con el AMBA, estudiantes volvieron a tener clases presenciales, por ejemplo, en San Juan.

En el mundo hay un caso paradigmático en este sentido, señalado como una vuelta a las aulas fallida. Con un buen manejo de la pandemia en un principio, Israel abrió las clases a mediados de mayo y, por un efecto de relajo o no cumplir el distanciamiento social, nuevos brotes de la enfermedad en centros educativos obligaron a cerrar nuevamente las escuelas. Esto es algo no deseado, definitivamente.

Si bien parto de la base que todas las fuerzas políticas, sea del color que sea, intentan buscan lo mejor para los alumnos y la sociedad, creo que el gran error es confundir la instrucción, que es el “enciclopedismo”, con la educación. La educación no debe ser sólo instrucción, sino formación. Creo que, más cercanos al final de las clases que al comienzo del ciclo lectivo, buscar la vuelta presencial como algo indispensable puede convertirse en una obsesión estéril en medio de la pandemia.

Sé que esta crisis está dejando y dejará huellas, y que sin dudas hay quienes la sufren más que otros. Va a haber una generación condicionada por esta virtualidad de contacto.

La construcción del ser humano se inicia en el hogar, y el Estado y la Escuela deben acompañar y fundirse en un mismo horizonte, para formar a las generaciones futuras. Habrá tiempo de ajustar la currícula y llevar a cada niño y niña en particular a lo que necesiten por las secuelas de la pandemia.

La educación debe pensar firmemente en pedagogías que -además de habilidades y competencias relacionadas a la comunicación, el arte, ciudadanía responsable, cuidado de sí mismo, aprendizaje autónomo y desarrollo, creatividad, pensamiento crítico, resiliencia, etc- desarrollen, sobre todo, las habilidades para hacer frente a las situaciones imprevistas por medio de la previsión y prevención.

Hay que entender que el principal desafío ante la crisis es encontrar la resiliencia y la creatividad para salir de la misma. Hoy, la pandemia nos hace atravesar algo que nunca hemos experimentado, pero también es una oportunidad. En este cimbronazo mundial hay que ponderar el bien común, mejorar la solidez y credibilidad de nuestras instituciones.

Siempre me gusta decirle a las generaciones futuras que en las crisis los capaces crecen y los mediocres fenecen. Es una frase dura, pero a mí parecer, también una enseñanza valiosa. Entender esto nos hace enfrentar con una realidad que no siempre se quiere ver: no importa qué nos pase, sino qué hacemos con lo que nos pasa. Y la salida a toda crisis debe cimentarse en la creatividad y resiliencia.

Se está haciendo todo lo posible para sostener la continuidad pedagógica frente al futuro incierto y el compromiso es mayor, pero escuela y hogar deben ir de la mano. Es necesario encontrar un equilibrio y una salida si queremos mantener estándares de educación para la Argentina futura. Pensemos que estamos ante la chance de dejar de lado la mediocridad y no quedarnos en el corto plazo. Es lo que piden y merecen las generaciones futuras, cimiento del país post-coronavirus.

 

Prof. Dr. Edgardo Néstor De Vincenzi. Presidente de la Confederación Mundial de Educación (COMED), Presidente de la Federación de Asociaciones Educativas de América Latina y el Caribe (FAELA), Presidente de la Confederación Argentina de Instituciones de Enseñanza Privada (CAIEP), Presidente de la Asociación de Entidades Educativas Privadas Argentinas (ADEEPRA), Rector Emérito de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y Asesor General del Grupo Vanguardia Educativa (VANEDUC).