El presidente Mauricio Macri y su gobierno pasaron la peor de las semanas. La intransigencia tarifaria empezó a mostrar grietas hacia adentro y hacia fuera y el discurso de “único camino posible” tambaleó en varios momentos. Desde el escritor neoliberal Mario Vargas Llosa, que de visita en el país aseguró que “no se le pueden pedir más sacrificios a los argentinos”; hasta un informe del FMI que revela que los subsidios a los servicios básicos estaban por debajo del promedio mundial y que lo que operó aquí es una fenomenal transferencia de recursos a las empresas energéticas y no un ahorro virtuoso para el Estado. Y además, la corrida del dólar que mostró la extrema vulnerabilidad del modelo económico y abrió internas de todo tipo en el gabinete macrista.

La figura de Macri cayó varios puntos en estos días y el rechazo ya supera el 55%. Los “beneficiarios” de los créditos UVA para vivienda habrán mirado con más angustia que nadie la corrida del billete verde que cerró en 21 pesos tras los 3.000 millones de dólares que tuvo que poner el gobierno sobre la mesa. El mercado le habló al presidente: El capital financiero reacciona mucho más allá de los favores políticos que pueda recibir. Y con la modificación de la tasa en el Tesoro de los Estados Unidos, ya no será tan fácil hacerse de dólares para seguir financiando el esquema económico que eligió el macrismo.

Todos lo miraron a Federico Sturzenegger que como presidente del Banco Central no reaccionó a tiempo a los vaivenes del mercado internacional y a los avisos que daban los bancos en las horas previas: “Vamos a tomar todos los dólares que el gobierno ponga sobre la mesa, porque son baratos”. Y así se fueron del país más de 1.500 millones de dólares en un sólo día.

Finalmente, el titular del BCRA subió 400 puntos porcentuales la tasa de interés y recién ahí pudo contener al dólar. Nadie sabe por cuánto tiempo.

Como en un juego de tire y afloje, cada golpe que conecta al presidente, suelda a la oposición. En el peronismo empiezan a borrarse los contornos y se funden kirchneristas con antikirchneristas y con massistas. El instinto peronista es todo igual y huele cuando hay una herida enfrente. Con todo el gobierno tiene aún iniciativa y predicamento, por eso insistirá en estos días con un punto irritante de la fracasada reforma laboral: El recálculo de las indemnizaciones. El proyecto oficial pretende que no se calculen aguinaldos y sobre sueldos a la hora de despedir a un trabajador. Y propone la creación de un Fondo de Cese Laboral. El ítem fue el que levantó de la mesa a la CGT sobre fines del año pasado.