El gobierno nacional eligió tranquilizar a los mercados, pero dejó a la población en medio de una zozobra con pocos antecedentes. Como todos los dirigentes neoliberales, Mauricio Macri y sus funcionarios olvidan la política. Esta vez la crisis de confianza que se diseminó entre la población fue alta y el Ejecutivo es incapaz de mensurarla. El hecho de que hayan sido dos técnicos de Economía los que salieran a “explicar” la corrida cambiaria de estos días, da un claro panorama de la concepción en la gestión.

La mayoría de la gente esperaba una palabra presidencial para comprender lo que había pasado y, sobre todo, lo que vendrá. Macri no apareció. En su lugar se difundieron los desaciertos en cadena de Elisa Carrió que para muchos es una potencia cuando denuncia hechos de corrupción pero que poco puede aportar en materia económica. Esa megalomanía que la lleva a actuar como madre de la patria es la que la hizo decir “vengo a llevar tranquilidad a todos los argentinos”. Todo el mundo empezó a preocuparse, un poco más.

Los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo partieron desde el arranque de un dato no del todo cierto. Dijeron que lo que había pasado fue una consecuencia de las modificaciones de tasa que hizo el Tesoro de los Estados Unidos y que había golpeado a todas las economías emergentes. Lo que no dijeron fue que Argentina fue el único país que tuvo semejante corrida cambiaria. No pasó en Brasil, no pasó en Chile, ni en Uruguay, ni en Paraguay, ni en BolIvia. Países que tienen muchos problemas pero no el mecanismo tipo bomba de tiempo que armó Cambiemos con las Lebacs. Esa parte la omitieron.

En realidad, lo único que hay que tomar en cuenta de esa conferencia de prensa es el anuncio concreto de que habrá recortes extraordinarios en el gasto público empezando por 30 mil millones de pesos destinados a la obra pública. Es decir que no se generará empleo desde el sector privado y tampoco será impulsado desde el Estado. En síntesis, el gobierno eligió la receta más ortodoxa posible para enfrentar la tormenta: Elevar la tasa de interés al 40% y profundizar el ajuste. Las dos cosas impactarán de manera directa en la población, empobreciéndola aún más.

Las dos semanas que vienen implican un verdadero desafío para el gobierno. Primero la posibilidad concreta de que la oposición frene los tarifazos en el Congreso. Hay despacho de comisiones y número para imponerse en el recinto. Segundo, el vencimiento de las Lebac en el orden de los 680 mil millones de pesos. La ola es grande como para surfearla sin consecuencias.